LA CORTE DE LUCIFER - OTTO RAHN La Corte de Lucifer - Otto Rhan | Page 109

paganda luminosa en forma de cruz y desde el castillo de Lourdes, destacándose de la ciudad santuario, un proyector. El peregrino bus- ca, antes de que se haga totalmente noche, la famosa gruta. Una Madre de Dios blanca, rígida y siempre sonriente está de pie sobre la roca; de ella fluye el agua medicinal. Cientos de cirios titilan. De la roca cuelgan muletas y báculos. Los que recobraron la salud los han dejado como testimonio para la auxiliadora Madre de Dios. Orantes se postran ante ella. Algunas veces son diez; otras, cien; otras, miles. Todo peregrino a Lourdes, sea católico o herético, no deja de visitar los baños que se alimentan de desviaciones de la fuente termal de la gruta, porque aquí puede llegar a ser testigo del gran "milagro" que proporciona Lourdes: torundas de algodón empapadas de pus o tro- zos de apositos y sucios emplastos incapaces de infectar a aquellos que miran al cielo y no al baño, que se meten en las gélidas aguas para que ellas los curen. De todas maneras, para que el visitante pueda divisar este "milagro", tiene que tener aquello que suele deno- minarse como "buenas relaciones". Ni Kevelaer en la Renania o Echternach en Luxemburgo -ni si- quiera la propia Roma- pueden ofrecer el espectáculo que Lourdes ofrece. Una gruta, sobre ella una iglesia suntuosa y, construida encima de ésta, otra; una segunda nueva iglesia que debe de haber costado cantidades ingentes de dinero. Es de noche. Negras se recortan las montañas, pero infinidad de luces alumbran en el valle, en las pendientes y hasta en las mismas cimas. Llegan en masa cientos de miles. Muchos acompañan o portan enfermos. Se reza en todos los idiomas del mundo. El rosario o el padre nuestro. Todos van en pos de la curación de enfermedades mentales o físicas, aquella que da el Señor de los Ejércitos, María, debe ayudar... Ahora, todos encienden una vela o un farolillo de papel impreso con imágenes piadosas y versículos sagrados y se incorporan a la procesión. Las campanas empiezan a tañer, ondean las coloridas estampas de santos y los pesados pendones, destella la custodia, rezan sacerdotes y legos, los más enfermos emiten quejidos, varios de ellos serán consolados por