LA CAVERNA DE SARAMAGO Saramago, Jose - La caverna | Page 93
una hormiga extraviada que erguía entre las mandíbulas potentes una
argaya de dos veces su tamaño, el recorte de una piedra por donde la
fina cabeza de una lagartija espiaba, para luego desaparecer. No tenía
pensamientos ni sensaciones, era sólo el mayor de aquellos pedacitos
de barro, un terrón seco que una leve presión de dedos bastaría para
desmoronar, una argaya que se soltó de la espiga y era transportada
por el azar de una hormiga, una piedra donde de vez en cuando se
refugiaba un ser vivo, un escarabajo, o una lagartija, o una ilusión.
Encontrado pareció surgir de la nada, no estaba allí y de repente pasó
a estar, puso bruscamente las patas sobre las rodillas del dueño,
descomponiéndole la postura de contemplador de las vanidades del
mundo que pierde su tiempo, o cree ganarlo, haciéndole preguntas a
las hormigas, a los escarabajos y a las lagartijas. Cipriano Algor le
pasó la mano por la cabeza y le hizo otra pregunta, Qué quieres, pero
Encontrado no respondió, sólo jadeaba y abría la boca, como si
sonriese ante la inanidad de la cuestión. Fue en ese momento cuando
se oyó la voz de Marcial, llamando, Padre, venga, el desayuno está
listo. Era la primera vez que el yerno hacía tal cosa, algo anormal
debía de estar sucediendo en la casa y en la vida de esos dos, y él no
conseguía entender qué sería, imaginó a la hija diciendo, Llámalo tú, o
incluso, suceso todavía más extraordinario, Marcial anticipándose, Yo
lo llamo, alguna explicación tendrá que haber para esto. Se levantó del
banco, hizo otra caricia en la cabeza del perro, y se pusieron en
marcha. No reparó Cipriano Algor en que la hormiga nunca más
volverá a pisar el camino de vuelta al hormiguero, todavía conserva la
argaya violentamente apretada entre las mandíbulas, pero la jornada
se le acabó allí, la culpa la tuvo el zangolotino de Encontrado, que no
ve dónde pone los pies.
Mientras desayunaban, Marcial, como si estuviese respondiendo a una
pregunta, informó de que había telefoneado a los padres para decirles
que un trabajo urgente le impediría almorzar con ellos, Marta, a su
vez, opinó que el transporte de loza no debería empezar hoy, Así
pasaríamos el día juntos, es de suponer que teniendo dos semanas la
diferencia de un día no será tan grave, Cipriano Algor observó que
también lo había pensado, sobre todo debido al jefe del departamento,
que podría telefonear a cualquier hora, Y es necesario que esté aquí
para atenderlo. Marta y Marcial se cruzaron una mirada de duda, y él
dijo con cautela, Si yo me encontrase en su lugar y sabiendo cómo
funciona el Centro, no estaría tan confiado, Acuérdate de que fue él
mismo quien admitió la posibilidad de darme la respuesta hoy, Aun así,
podían haber sido sólo palabras dichas con la boca pequeña, de esas a
las que no se da mucha importancia, No se trata de estar confiado o
93