LA CAVERNA DE SARAMAGO Saramago, Jose - La caverna | Page 50

un interrogatorio, No, padre, es sólo una tentativa de distraerle, me cuesta verlo triste, No estoy triste, Entonces desanimado, Tampoco estoy desanimado, Muy bien, está como está, pero ahora cuénteme por qué consideró que no merecía la pena seguir preguntando, Pensé que si el perro tenía dueño en el pueblo y huyó de él, y, pudiendo volver, no ha vuelto, es porque quiere ser libre para buscarse otro, de modo que yo no tengo derecho a forzar su voluntad, Viendo las cosas por ese lado, tiene razón, Eso es lo que yo dije, precisamente con esas mismas palabras, Le dijo a quién. Cipriano Algor no respondió. Después, como la hija no hacía más que mirarlo tranquilamente, se decidió, A la vecina, Qué vecina, La del cántaro, Ah, sí, le llevó el cántaro, Si lo metí en la furgoneta era justo para eso, Claro, Pues eso, Entonces, si lo he entendido bien, fue ella quien le explicó por qué no merecía la pena andar buscando al dueño de Encontrado, Sí, fue ella, No hay duda de que es una mujer inteligente, Eso parece, Y se quedó con el cántaro, Lo ves mal, No se irrite, padre, estamos sólo hablando, cómo me iba a parecer mal una cosa tan sencilla como regalar un cántaro, Sí, pero tenemos asuntos más graves que éste, y tú estás ahí queriendo fingir que la vida nos va viento en popa, Exactamente de esos asuntos le quiero hablar, Entonces no entiendo el porqué de tantos rodeos, Porque me gusta conversar con usted como si no fuese mi padre, me gusta hacer cuenta, como dice, de que somos dos personas que se quieren mucho, padre e hija que se quieren porque lo son, pero que igualmente se querrían con amor de amigos si no lo fuesen, Me vas a hacer llorar, mira que en esta edad las lágrimas comienzan a ser traicioneras, Sabe que lo haría todo para verlo feliz, Pero intentas convencerme para que vaya al Centro, sabiendo que es lo peor que me podría suceder, Creía que lo peor que le podría suceder era verse separado de su hija, Eso no es leal, deberías pedirme disculpas, Se las pido, realmente no ha sido leal, perdóneme. Marta se levantó y abrazó al padre, Discúlpeme, No tiene importancia, respondió el alfarero, si estuviéramos menos tristes no hablaríamos de esta manera. Marta acercó una banqueta a la del padre, se sentó, y, tomándolo de la mano, comenzó a decir, He tenido una idea mientras usted andaba por ahí paseando al perro, Explícate, Vamos a dejar a un lado por ahora la cuestión del Centro, es decir, su decisión de venirse o de no venirse con nosotros, Me parece bien, El asunto no es para mañana ni para el mes que viene, cuando llegue el momento usted decidirá entre ir o quedarse, su vida es suya, Gracias por dejarme respirar, por fin, No lo dejo, Qué más tenemos todavía, Después de que usted saliera, me vine a trabajar aquí, primero fui a echar un vistazo al depósito y noté que faltaban floreros pequeños, entonces 50