LA CAVERNA DE SARAMAGO Saramago, Jose - La caverna | Page 40
cuatro y media. Se levantó, tomó una linterna de pilas que guardaba
en un cajón y abrió la ventana. Había dejado de llover, se veían
estrellas en el cielo oscuro. Cipriano Algor encendió la linterna y
apuntó el foco hacia la caseta. La luz no era suficientemente fuerte
para que se viera lo que estaba dentro, pero Cipriano Algor no
necesitaba de tanto, dos cintilaciones le bastarían, dos ojos, y estaban
allí.
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