LA CAVERNA DE SARAMAGO Saramago, Jose - La caverna | Page 28
tenía que venir, del recodo oscuro de la alfarería donde se guardaba la
arcilla extraída de la barrera, se acercó a la puerta, pero no pasó del
umbral, Ya he telefoneado, dijo, quedaron en darle el recado,
Esperemos que lo hagan, respondió el padre, y sin otra palabra atacó
con el mazo el mayor de los bloques que tenía delante. Marta se volvió
de espaldas porque sabía que no debía penetrar en un espacio
escogido a propósito por su padre para estar solo, pero también por
que tenía, ella misma, trabajo que hacer, unas docenas de jarros
grandes y pequeños a la espera de que les pegasen las asas. Entró por
la puerta de al lado.
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