LA CAVERNA DE SARAMAGO Saramago, Jose - La caverna | страница 192

viviremos en ella, el horno no mantendrá su nombre de horno si no hubiere quien se lo dé todos los días, el moral persistirá en criar sus moras, pero no tendrá a nadie que venga a recogerlas, si ni a mí, que no he nacido ni me he criado bajo este techo, me va a resultar fácil separarme, qué no será para tu padre, Vendremos aquí muchas veces, Sí, a la casa de campo, como él la llamó, Existirá otra solución, preguntó Marta, desistes de ser guarda y te vienes a trabajar en la alfarería con nosotros, para hacer loza que nadie quiere, o muñecos que nadie va a querer durante mucho tiempo, Tal como están las cosas, para mí también existe sólo una solución, la de ser guarda residente del Centro, Tienes lo que querías tener, Cuando pensaba que era eso lo que quería, Y ahora, En los últimos tiempos he aprendido con tu padre algo que me faltaba conocer, quizá no te hayas dado cuenta, pero es mi deber avisarte de que el hombre con quien estás casada es mucho más viejo de lo que parece, No me das ninguna novedad, he tenido el privilegio de asistir al envejecimiento, dijo Marta, sonriendo. Pero después su rostro se tornó grave, Es verdad que se nos oprime el corazón pensando que va a ser necesario dejar todo esto, dijo. Estaban bajo el moral, sentados, juntos, en una de las tablas de secado, miraban la casa que tenían enfrente, la alfarería paredaña, si volvieran un poco la cabeza verían entre las hojas la puerta del horno abierta, la mañana es bonita, con sol, pero fresca, tal vez el tiempo vaya a cambiar. Se sentían bien, a pesar de la tristeza, se sentían casi felices, de esa melancólica manera que la felicidad, a veces, escoge para manifestarse, pero de súbito Marcial se levantó de la tabla de secado y exclamó, Se me habían olvidado mis padres, tenemos que ir a hablar con mis padres, apuesto doble contra sencillo que van a insistir en la idea de que son ellos quienes deberían vivir en el Centro y no tu padre, Estando yo presente, lo más probable es que no hablen de eso, es una cuestión de delicadeza, de buen gusto, Espero que sí, espero que tengas razón. No la tuvo. Cuando Cipriano Algor, regresando de llevar los muñecos al Centro, atravesaba el pueblo en dirección a casa, vio a la hija y al yerno que caminaban delante. El le pasaba un brazo sobre los hombros a ella y parecía consolarla. Cipriano Algor paró la furgoneta, Subid, dijo, no mandó a Encontrado al asiento trasero porque sabía que ellos querrían estar juntos. Marta intentaba enjugarse las lágrimas mientras Marcial le iba diciendo, No te aflijas, sabes cómo son, si yo hubiera adivinado que iba a pasar esto no te hubiera traído, Qué ha pasado, preguntó Cipriano Algor, Lo mismo que el otro día, que quieren vivir en el Centro, que lo merecen más que otras personas, que ya es hora de que disfruten de la vida, no les importó nada que Marta estuviera allí, 192