LA CAVERNA DE SARAMAGO Saramago, Jose - La caverna | Page 137
acabó de llenar. Ya no somos necesarios aquí, dijo Cipriano Algor,
mañana, cuando se hayan enfriado, retiraremos las piezas, vamos a
ver cómo salen. El perro Encontrado los acompañó hasta la puerta de
la casa. Después volvió junto a la hoguera y se tumbó. Bajo la finísima
película de ceniza, irradiando una luz tenue, el rescoldo todavía
palpitaba. Sólo cuando las brasas se apagaron del todo, Encontrado
cerró los ojos para dormir.
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