LA CAVERNA DE SARAMAGO Saramago, Jose - La caverna | Page 109

al resbalar, forme entre los dedos una membrana como la de los patos, Como la de los patos, Sí, como la de los patos. Marta dejó el libro a un lado y dijo, No adelantamos mucho, Adelantamos algo, sabemos que no podemos trabajar sin fundente y que mientras no tengamos membranas de pato no tendremos barbotina de relleno que sirva, Menos mal que está de buen humor, El humor es como las mareas, ahora sube, ahora baja, el mío ha subido ahora, veremos cuánto tiempo dura, Tiene que durar, esta casa está en sus manos, La casa, sí, pero no la vida, Tan rápido está bajando la marea, preguntó Marta, En este momento duda, vacila, no sabe bien si ha de llenar o vaciar, Entonces quédese conmigo, que me siento flotando, como si no tuviese la certeza de ser lo que creo ser, A veces pienso que tal vez fuese preferible no saber quiénes somos, dijo Cipriano Algor, Como Encontrado, Sí, imagino que un perro sabe menos de sí mismo que del dueño que tiene, ni siquiera es capaz de reconocerse en un espejo, Quizá el espejo del perro sea el dueño, quizá sólo en él le sea posible reconocerse, sugirió Marta, Bonita idea, Como ve, hasta las ideas equivocadas pueden ser bonitas, Criaremos perros si el negocio de la alfarería falla, En el Centro no hay perros, Pobre Centro, que ni los perros lo quieren, Es el Centro el que no quiere a los perros, Ese problema sólo puede interesarle a quien viva allí, cortó Cipriano Algor con voz crispada. Marta no respondió, comprendía que cualquier palabra que dijera daría pie a una nueva discusión. Pensó mientras iba ordenando una vez más los cansados diseños, Si mañana Marcial llega a casa y dice que ya es guardia residente, que tenemos que mudarnos, lo que estamos haciendo aquí deja de tener sentido, dará lo mismo que padre nos acompañe como que no, de una manera u otra la alfarería estará siempre condenada, incluso aunque él insista en quedarse no podría trabajar solo, él mismo lo sabe. Qué pensamientos hayan sido entre tanto los de Cipriano Algor, se ignora, y no vale la pena inventarle unos que podrían no coincidir con los reales y efectivos, aunque, en la suposición de que la palabra, finalmente, no le haya sido concedida al hombre para esconder lo que piensa, algo muy aproximado nos será lícito concluir de lo que el alfarero dijo, después de un demorado silencio, Lo malo no es tener una ilusión, lo malo es ilusionarse, probablemente ha estado pensando lo mismo que la hija y la conclusión de uno tiene que ser, por pura lógica, la conclusión del otro. De cualquier modo, añadió Cipriano Algor, sin darse cuenta, o tal vez sí, tal vez en el mismo momento en que las dijo se apercibió de los matices sibilinos de aquellas palabras iniciales, de cualquier modo, barco parado no hace viaje, suceda mañana lo que suceda hay que trabajar hoy, quien planta un árbol tampoco sabe si acabará 109