LA CAVERNA DE SARAMAGO Saramago, Jose - La caverna | Page 106

Las sentidas razones de queja de Cipriano Algor contra la inmisericorde política comercial del Centro, extensamente presentadas en este relato desde un punto de vista de confesada simpatía de clase que, sin embargo, así lo creemos, en ningún momento se aparta de la más rigurosa imparcialidad de juicio, no podrán hacer olvidar, aunque arriesgando un atizar inoportuno en la adormecida hoguera de las conflictivas relaciones históricas entre el capital y el trabajo, no podrán hacer olvidar, decíamos, que el dicho Cipriano Algor carga con algunas culpas propias en todo esto, la primera de ellas, ingenua, inocente, pero, como a la inocencia y la ingenuidad tantas veces les ha sucedido, raíz maligna de las otras, ha sido pensar que ciertos gustos y necesidades de los contemporáneos del abuelo fundador, en materia de productos cerámicos, se iban a mantener inalterables per omnia saecula saeculorum o, por lo menos, durante toda su vida, lo que viene a ser lo mismo, si reparamos bien. Ya se ha visto cómo el barro se amasa aquí de la más artesanal de las maneras, ya se ha visto cómo son de rústicos y casi primitivos estos tornos, ya se ha visto cómo el horno de fuera conserva trazos de inadmisible antigüedad en una época moderna, la cual, pese a los escandalosos defectos e intolerancias que la caracterizan, ha tenido la benevolencia de admitir hasta ahora la existencia de una alfarería como ésta cuando existe un Centro como aquél. Cipriano Algor se queja, se queja, pero no parece comprender que los barros amasados ya no se almacenan así, que a las industrias cerámicas básicas de hoy poco les falta para convertirse en laboratorios con empleados de bata blanca tomando notas y robots inmaculados acometiendo el trabajo. Aquí hacen clamorosa falta, por ejemplo, higrómetros que midan la humedad ambiente y dispositivos electrónicos competentes que la mantengan constante, corrigiéndola cada vez que se exceda o mengüe, no se puede trabajar más a ojo ni a palmo, al tacto o al olfato, según los atrasados procedimientos tecnológicos de Cipriano Algor, que acaba de comunicarle a la hija con el aire más natural del mundo, La pasta está bien, húmeda y plástica, en su punto, fácil de trabajar, pero ahora preguntamos nosotros, cómo 106