LA CASA DE LAS DOS PALMAS la casa de las dos palmas | Page 2

Yo vi un brazo de la silla, pelado de tanto restregar la mano nerviosa contra él, el cuero señalado por la marca húmeda de las copas, quemada su pelambre por el cigarrillo. Los Invocados. (1) Desde un sillón parecido, Manuel Mejía Vallejo, en la sombra de la pequeña sala de Ziruma, la bravura en los ojos, bien podría estar de regreso por la trocha de los recuerdos, accidentada, dolorosa, una y otra vez. La vida está determinada por un lugar de nacimiento, una familia, la situación política de un país, el talento, el azar de los encuentros, el trabajo dedicado a un oficio, terca y amorosamente. La obra de un escritor no puede aislarse de la vida, se alimenta de ella, la marcan un estilo, obsesiones, personajes y temas recurrentes. Sin embargo cada libro es único, adquiere la vida propia de toda creación. Si existe consanguinidad entre algunos de ellos se simplifica al decir que el autor escribió una sola obra durante su vida. A veces se le concede el crédito de algunas variaciones. Manuel Mejía Vallejo ha sido andariego, ha trazado un “camino rial” el cual parte de La tierra éramos nosotros , conduce a Tarde de ver ano, La Casa de las dos Palmas y Los Invocados. Sin embargo no es así de simple: el pueblo mítico de Balandú, los integrantes de la familia Herreros intervienen en Las noches de la vigilia, Aire de tango, Las muertes ajenas, Y el mundo sigue andando, La sombra de tu paso, en coplas, poemas y décimas. Desde un principio un plan mayor fue concebido para dar libertad e independencia a las creaciones pero también un fuerte aire de familia. Numerosos caminos adyacentes desembocan en el principal: cuentos, ensayos, la novela Al pie de la ciudad, Colombia campesina, Antioquia y Caldas, El año que viene vuelvo, conferencias, entrevistas, reportajes, artículos periodísticos. El trabajo se extiende sobre un período de cincuenta años y refleja los cambios profundos en Colombia y fuera de ella: consecuencias de la segunda guerra mundial, inestabilidad política en Colombia y en Centroamérica, violencia de partidos, de guerrillas, influencia del existencialismo, derrumbe de lo establecido y trastornos en la sociedad antioqueña tradicionalista, migración constante del campo a la ciudad por enfrentamientos entre guerrilla y fuerza armada, miseria e invasión de terrenos, modernización de la ciudad y mutilación del patrimonio antiguo, pesimismo perdurable y de la imposibilidad de mejorar la situación política y social. Rómulo Gallegos en Cantaclaro define la novela como “un espejo en el camino”. Eso podría aplicarse a la obra de Manuel Mejía Vallejo. Un espejo especial como lo son todos los