Mack siguió de cerca a Sarayu por la puerta trasera y por el camino que pasaba junto a
la hilera de abetos. Caminar detrás de un ser como ése era como rastrear un rayo de
sol. La luz parecía irradiar a través de ella, y luego reflejar su presencia en múltiples
lugares al mismo tiempo. Su naturaleza era más bien etérea, llena de dinámicos mati-
ces y tonos de color y movimiento. "No es de sorprender que tantas personas se des-
concierten un poco al relacionarse con ella", pensó Mack. "Obviamente no es un ser
predecible".
Mack se concentraba en cambio en seguir el camino. Mientras rodeaba los árboles, vio
por primera vez un magnífico huerto y jardín contenido de alguna manera en un solar
de casi media hectárea. Por alguna razón, Mack esperaba un perfectamente manicura-
do y ordenado jardín inglés. ¡Este no era así!
Era un caos de color. Sus ojos trataron sin éxito de hallar algún orden en esta flagrante
desconsideración de la certidumbre. Deslumbrantes racimos de flores reventaban entre
manchones de hierbas y verduras sembradas al azar, Mack no había visto nunca vege-
tación parecida. Esto era inquietante, asombroso e increíblemente bello.
-Desde arriba esto es un fractal -dijo Sarayu sobre el hombro, con aire de placer.
-¿Un qué? -preguntó Mack distraído, su mente aún intentaba captar y controlar ese
pandemónium visual y los desplazamientos de tonos y matices. Cada paso que daba
cambiaban los patrones que por un instante él creía haber visto, y nada era como había
sido.
-Un fractal... algo que se considera simple y ordenado pero que en realidad se compo-
ne de figuras repetidas, por más que se les magnifique. Un fractal es casi infinitamente
complejo. Me gustan los fractales, así que los pongo por todas partes.
-A mí me parece un desastre -susurró Mack por lo bajo.
Sarayu se detuvo y se volvió a él, glorioso el rostro:
-¡Mack! ¡Gracias! ¡Qué maravilloso cumplido! -Ella miró el jardín a su alrededor-. Exac-
tamente eso es: un desastre. Pero -volteó hacia Mack y resplandeció- sigue siendo un
fractal de todos modos.
Sarayu caminó directo a cierta hierba, arrancó algunos retoños y se volvió hacia Mack:
-Ten -dijo, con voz que sonaba a música más que a cualquier otra cosa-. Papá no bro-
meaba en el desayuno. Habría sido preferible que hubieras masticado esas verduras
durante unos minutos. Esto contrarrestará el "movimiento" natural de las que consentis-
te, si entiendes lo que quiero decir.
Mack rió mientras aceptaba aquello y empezaba a masticarlo con todo cuidado.