LA CABAÑA La Cabana - W. Paul Young | Page 38

-Señor Phillips, discúlpeme por no haber podido pasar mucho tiempo con usted hasta ahora. Hemos estado ocupadísimos estableciendo comunicación con todas las agen- cias de la ley y otras implicadas en tratar de recuperar con bien a Missy. Lamento mu- cho que tengamos que conocernos en estas condiciones. El le creyó. -Mack -le dijo. -¿Perdón? -Mack. Por favor llámeme Mack. -Bueno, Mack, entonces usted dígame Sam. Es de Samantha, pero de niña fui algo marimacha y golpeaba a los chicos que se atrevían a llamarme Samantha en mi cara. Mack no pudo evitar sonreír, relajándose un poco en la silla mientras la veía ordenar rápidamente un par de fólders repletos de papeles. -Mack, ¿está listo para unas preguntas? -dijo ella sin voltearlo a ver. -Haré cuanto pueda -respondió él, agradecido por la oportunidad de colaborar. -¡Bien! No voy a obligarlo a repasar todos los detalles. Tengo los informes de todo lo que ya les dijo a los demás, pero hay un par de cosas importantes que debo revisar con usted -hizo contacto visual con él. -Lo que guste -afirmó Mack-. No quiero seguir sintiéndome un inútil. -Entiendo cómo se siente, Mack, pero su presencia aquí es importante. Y créame: no hay nadie aquí que no esté preocupado por su Missy. Haremos todo lo que esté en nuestro poder para recuperarla sana y salva. -Gracias -fue todo lo que Mack pudo decir, y miró al suelo. Sus emociones estaban tan cerca de la superficie que hasta la menor muestra de bondad amenazaba con horadar su reserva. -Bueno... Tuve una conversación informal con su amigo el oficial Tommy, y él me puso al tanto de todo lo que han hablado él y usted, así que no sienta como si estuviera obli- gado a protegerle el trasero. Estoy en excelentes términos con él. Mack volteó, asintió con la cabeza y volvió a sonreír. -Bueno -continuó ella-, ¿vio usted a alguien extraño cerca de su familia en los últimos días?