LA CABAÑA La Cabana - W. Paul Young | Page 169

Mack no pudo más y cayó al suelo, disolviéndose en un baño de lágrimas y dicha. No podía moverse, atrapado como estaba en el abrazo de amor y ternura de Jesús. Luego oyó a Jesús decir con claridad y fuerza, pero, ay, también con gentileza y gene- rosidad: ense! cuanto hicieron, los niños primero y luego los adultos, . uno tanto tiempo como fuera necesario, para reír y a y abrazar y cantar con su Jesús. El tiempo parecía haberse de- tenido por completo mientras la danza y exhibición celestial continuaba. Y cada cual se retiró después, hasta no quedar ninguno, excepto los ardientes centinelas azules y los animales. Jesús caminó incluso entre éstos, llamando a cada uno por su nombre, hasta que ellos y sus crías se volvieron para dirigirse a sus guaridas y nidos y camas de paja. Mack permanecía inmóvil, tratando de asimilar esta experiencia, más allá de su com- prensión. -Yo no tenía idea -murmuró, sacudiendo la cabeza y mirando a la distancia-. ¡Increíble! Sarayu rió una lluvia de colores. -Sólo imagina, Mackenzie, si yo hubiera tocado no sólo tus ojos, sino también tu lengua y tu nariz y tus oídos. Al final se quedaron solos otra vez. El bullicioso, persistente chillido de un somormujo que resonó en el lago pareció señalar el fin de la celebración, y los centinelas se des- vanecieron al unísono. El único ruido que subsistía era el de un coro de grillos y ranas que reanudaban sus cantos de adoración desde la orilla del agua y prados circundan- tes. Sin decir palabra, los tres se volvieron y enfilaron hacia la cabaña, nuevamente vi- sible para Mack. Como una cortina que hubiera sido corrida ante sus ojos, de pronto él se quedó ciego otra vez: su visión había vuelto a la normalidad. Sintió una pérdida y una añoranza, e incluso un poco de tristeza, hasta que Jesús llegó a su lado y tocó su mano, apretándola para que Mack supiera que todo era como debía ser. Una mañana de pesares Un Dios infinito puede dar todo de Sí a cada uno de Sus hijos. El se distribuye no para que cada cual tenga una parte, sino para darse a cada uno por completo, como si no hubiera otros. -A. W. Tozer