Mack no pudo más y cayó al suelo, disolviéndose en un baño de lágrimas y dicha. No
podía moverse, atrapado como estaba en el abrazo de amor y ternura de Jesús.
Luego oyó a Jesús decir con claridad y fuerza, pero, ay, también con gentileza y gene-
rosidad:
ense!
cuanto hicieron, los niños primero y luego los adultos, . uno tanto tiempo como fuera
necesario, para reír y a y abrazar y cantar con su Jesús. El tiempo parecía haberse de-
tenido por completo mientras la danza y exhibición celestial continuaba. Y cada cual se
retiró después, hasta no quedar ninguno, excepto los ardientes centinelas azules y los
animales. Jesús caminó incluso entre éstos, llamando a cada uno por su nombre, hasta
que ellos y sus crías se volvieron para dirigirse a sus guaridas y nidos y camas de paja.
Mack permanecía inmóvil, tratando de asimilar esta experiencia, más allá de su com-
prensión.
-Yo no tenía idea -murmuró, sacudiendo la cabeza y mirando a la distancia-. ¡Increíble!
Sarayu rió una lluvia de colores.
-Sólo imagina, Mackenzie, si yo hubiera tocado no sólo tus ojos, sino también tu lengua
y tu nariz y tus oídos.
Al final se quedaron solos otra vez. El bullicioso, persistente chillido de un somormujo
que resonó en el lago pareció señalar el fin de la celebración, y los centinelas se des-
vanecieron al unísono. El único ruido que subsistía era el de un coro de grillos y ranas
que reanudaban sus cantos de adoración desde la orilla del agua y prados circundan-
tes. Sin decir palabra, los tres se volvieron y enfilaron hacia la cabaña, nuevamente vi-
sible para Mack. Como una cortina que hubiera sido corrida ante sus ojos, de pronto él
se quedó ciego otra vez: su visión había vuelto a la normalidad. Sintió una pérdida y
una añoranza, e incluso un poco de tristeza, hasta que Jesús llegó a su lado y tocó su
mano, apretándola para que Mack supiera que todo era como debía ser.
Una mañana de pesares
Un Dios infinito puede dar todo de Sí a cada uno de Sus hijos.
El se distribuye no para que cada cual tenga una parte,
sino para darse a cada uno por completo,
como si no hubiera otros.
-A. W. Tozer