-Pero, ¿estás dispuesto a renunciar al poder y seguridad que eso te ofrece? Esa es la
pregunta.
-¿Qué quieres decir? -preguntó Mack, volteando hacia ella.
-Las mentiras son pequeñas fortalezas; dentro de ellas puedes sentirte seguro y pode-
roso. Mediante tu pequeña fortaleza de mentiras, tú tratas de conducir tu vida y mani-
pular a otros. Pero la fortaleza necesita muros, así que levantas algunos. Esas son las
justificaciones de tus mentiras. Ya sabes, como la de que haces algo para proteger a
alguien que amas, impedir que sienta dolor. Sea lo que sea, ingenuamente te sientes
bien con las mentiras.
-Pero la razón de que yo no le haya hablado a Nan de la nota fue que le habría causa-
do mucho dolor.
-¿Ya ves? Ahí vas otra vez, Mackenzie, a justificarte. Lo que dijiste fue una mentira
descarada, pero no puedes verlo. -Papá se inclinó hacia delante-. ¿Me quieres decir
cuál es la verdad?
Mack supo que Papá estaba llegando lejos, y que en alguna parte dentro de sí se sen-
tía tanto aliviado por hablar de esto como tentado a romper a reír. Ya no sentía ver-
güenza.
-No-o-o-o -respondió él lentamente, y sonrió con presunción-. Pero sigue adelante de
todas maneras.
Ella también sonrió, pero luego se puso seria.
-La verdad, Mack, es que la razón de que no le hayas hablado de eso a Nan no fue que
trataras de ahorrarle una pena. La verdadera razón fue que temiste hacer frente a las
emociones que encontrarías, tanto en ella como en ti. Las emociones te asustan, Mack.
¡Mentiste para protegerte a ti, no a ella!
Él se acomodó en su silla. Papá estaba absolutamente en lo cierto.
-Y además -continuó ella-, esa mentira fue poco amorosa. En nombre del amor por ella,
tu mentira se convirtió en un inhibidor en tu relación con ella, y en su relación conmigo.
Si le hubieras dicho la verdad, tal vez ella estaría ahora aquí con nosotros.
Estas palabras de Papá fueron para Mack como un puñetazo en el estómago.
-¿También tú hubieras querido que ella viniera?
-Esa era una decisión tuya y suya, si se le hubiera dado la oportunidad de tomarla. La
cuestión es, Mack, que no sabes qué habría pasado, porque estabas muy ocupado
"protegiendo" a Nan.