JUSTICE TRENDS JUSTICE TRENDS Nr. 1 | June 2017 | Page 60

ELDERLY IN PRISONS / ANCIANOS EN LAS PRISIONES

ELDERLY IN PRISONS / ANCIANOS EN LAS PRISIONES

Social work and psychology practice in corrections needs to become more geriatric – specialized and more courageously advocacy – oriented to address the particular needs of the elderly offender( Maschi et al., 2014). There may be critical periods in the lives of the elderly prisoner, when despondency and depression can set in even more acutely( e. g., the early transition into the prison subculture for the late life offender; pre – release panic for the long – term; following the death of a fellow prisoner … etc.). Monitoring moods and patterns of adjustment of the elderly can allow for early supportive intervention, perhaps exploring the benefits of less change – oriented and more acceptance – oriented therapeutic models, for example, focused on alleviating the internal struggle of thoughts and feelings related to the inevitability of life in prison. For the elderly long – term, a prison career( a life – long job in prison) may be the only truly meaningful option. Many of these offenders can find meaning and identity in their work in prison –– in vocational training shops or arts & crafts classes as instructors, as literacy promoters or teachers, in prison maintenance work, as librarians, bookkeepers, clerks, and a variety of other prison jobs. Other elderly offenders may already have pursued careers in the community( e. g., accomplished perhaps as teachers, attorneys, accountants, priests, businessmen … etc.), and may bring with them various talents( e. g., as musicians, artists, gardeners, educators). Not capitalizing on these capabilities and talents in some fashion within the correctional environment is an incredible waste of resources.
The American Civil Liberties Union report‘ Mass Incarceration of the Elderly’( 2012) has highlighted the need for a broad revision of harsh sentencing practices that have caused the problem in the first instance, including recommending the presumptive granting of conditional release to elderly offenders who pose little risk to public safety. The Human Rights Watch report‘ Old Behind Bars’ implores correctional officials to pursue a range of strategies, including undertaking a comprehensive analysis of older prison populations to determine whether, and to what extent, they are being provided with adequate housing, medical care, and programs that respond to their unique needs and vulnerabilities. And finally, a thorough UNODC report, the‘ Handbook on Prisoners with Special Needs’, offers an exhaustive set of recommendations for management of the elderly prisoner within the correctional environment( Atabay, 2009). The report should be required reading for all corrections officials. The elderly offender is still treated as distinctly marginal and remains more or less peripheral to policy and advocacy within most correctional jurisdictions. Where innovative practices have emerged, it has been typically because of the local efforts of determined corrections professionals, often in partnership with the voluntary sector. Despite their increasing numbers, elderly offenders have not yet attained visibility as a national or international policy issue in corrections. But the evidence is now available and the issues have now been well formulated and presented by numerous researchers( Aday, 2003; Crawley & Sparks, 2005, 2005a; Lemieux et al. 2002; Maschi et al., 2014), the media( http:// www. prisonterminal. com / index. html =), high profile human rights groups( HRW, 2012; ACLU, 2013), and even government reports( Atabay, 2009; Kennedy, 2008).
Algunas investigaciones etnográficas innovadoras sobre la experiencia carcelaria de los ancianos en el Reino Unido han acuñado la frase“ falta de reflexión institucional” para referirse a esta realidad( Crawley & Sparks, 2005). El trabajo social y la práctica de la psicología en los correccionales necesita ser más geriátrica – especializada y más valientemente orientada a la defensa de las necesidades particulares del anciano delincuente( Maschi et al., 2014). Puede haber períodos críticos en la vida de los presos mayores, cuando el desaliento y la depresión pueden ser aún más agudos( p. Ej., la transición temprana a la subcultura de la prisión para el delincuente en la etapa tardía, pánico antes de la liberación a largo plazo, la muerte de un compañero de prisión... etc.). El monitoreo de los estados de ánimo y los patrones de adaptación de los ancianos pueden permitir una intervención temprana de apoyo, tal vez explorando los beneficios de modelos terapéuticos menos orientados al cambio y más orientados a la aceptación, por ejemplo, centrados en aliviar la lucha interna de pensamientos y sentimientos relacionados con la inevitabilidad de la vida en prisión. Para los ancianos a largo plazo, una carrera en la cárcel( un trabajo de toda la vida en la cárcel) puede ser la única opción verdaderamente significativa. Muchos de estos delincuentes pueden encontrar significado e identidad en su trabajo en la prisión – en talleres de formación profesional o clases de artes y oficios como instructores, como promotores de alfabetización o maestros, en trabajos de mantenimiento de la prisión, como bibliotecarios, contadores, secretarios y una variedad de otros trabajos penitenciarios. Otros ancianos delincuentes pueden llevar a cabo carreras profesionales en la comunidad( por ejemplo, realizarse tal vez como maestros, abogados, contadores, sacerdotes, empresarios, etc.) y pueden traer consigo diversos talentos( por ejemplo, como músicos, artistas, jardineros, educadores). No capitalizar estas capacidades y talentos de alguna manera dentro del ambiente correccional es un increíble desperdicio de recursos.
El informe de la Unión de Libertades Civiles de Estados Unidos“ Encarcelamiento masivo de los ancianos”( 2012) ha puesto de relieve la necesidad de una amplia revisión de las duras prácticas de sentencia que han causado el problema en primera instancia, incluida la recomendación de la concesión presuntiva de libertad condicional a los delincuentes de edad avanzada que representan poco riesgo para la seguridad pública. El informe de Human Rights Watch,“ Ancianos Detrás de las Barras” implora a los funcionarios de los correccionales que persigan una serie de estrategias, incluyendo el análisis exhaustivo de las poblaciones carcelarias más ancianas para determinar si, y en qué medida, se les proporciona una vivienda adecuada, atención médica y programas que respondan a sus necesidades y vulnerabilidades únicas. Por último, un informe completo de la UNODC, el“ Manual sobre los reclusos con necesidades especiales”, ofrece un conjunto exhaustivo de recomendaciones para la gestión de los presos mayores en el ámbito correccional( Atabay, 2009). El informe debe ser de lectura obligatoria para todos los funcionarios de los correccionales. El delincuente de edad avanzada sigue siendo tratado como claramente marginal y sigue siendo más o menos periférico a la política y la abogacía dentro de la mayoría de las jurisdicciones correccionales. En los casos en que han surgido prácticas innovadoras, ha sido típicamente debido a los esfuerzos
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