Jaque Mate en Tel Aviv 17
utilitario suena música clásica y tradicional junto con lecturas de fragmentos de la Torá . Todo parece normal en el amanecer de la fiesta del Yom Kipur .
En la puerta de acceso a la base , la policía militar detiene unos segundos a los vehículos , lo justo para identificar visualmente a sus ocupantes . Otros días es necesario enseñar la credencial , lo que ralentiza el paso , pero hoy hay prisa para que cada uno se incorpore a su puesto lo antes posible ; no se puede andar perdiendo el tiempo . Los guardias han cambiado sus caras de bienvenida matinal por rostros inexpresivos . Es evidente que no se trata de uno de los habituales simulacros que se realizan para comprobar la rapidez de reacción de las unidades . Las instalaciones de Ramat David datan de los tiempos de la ocupación británica . Emplazadas cerca de un importante kibutz , incluso conservan como recuerdo los agujeros de las bombas que cayeron dentro del recinto militar durante la guerra de los Seis Días en 1967 . Es como una ciudad con sus calles , barracones , hangares , dos largas pistas cruzadas , zona deportiva y una piscina que se agradece cuando aprieta el calor . Es octubre , el mejor mes del año para disfrutar al aire libre , pues el termómetro se relaja tras varios meses en los que el asfalto se deshacía al andar .
Son las seis y media de la mañana y hay una inusual actividad en la base . Tras aparcar el coche , un cabo se acerca al capitán y le indica que vaya directamente a la sala de mapas , pues en diez minutos comenzará una reunión a la que se han sido convocados los oficiales de todos los escuadrones y de la sección de seguridad del recinto .
— Vaya manera de fastidiarnos el poder disfrutar con la familia — le dice Yaron a otro compañero , que llega corriendo a la cita .