Cuando pensamos en el mar tenemos todo tipo de prejuicios.
Posiblemente en ningún otro terreno sea esto más real que en lo
que respecta a la búsqueda de alimentos, una actividad tan
significativa dentro del mundo animal. Por ejemplo, ¿cuántas veces
hemos leído en libros, en artículos de revistas, o hemos oído a
nadadores y marineros comentar que el tiburón es un ´asesino. Se
han distribuido varios filmes de bastante éxito en los que aparecen
primeros planos de enormes tiburones en medio de un ´ataque de
hambre mordiendo ruidosamente a animales muertos con la
persistencia de un robot, arrancando con sus temibles dientes y
mandíbulas grandes trozos de carne con la misma facilidad con la
que se toma una cucharada de mantequilla blanda, mientras el
mar se llena de sangre y de carroña. Es, sin duda, una escena
aterradora, suficiente para hacernos sentir escalofríos en la
espalda[…]. Sin embargo, librarnos del tipo de proyección que
convierte a este pez limitado en un ´asesino no resulta tan fácil
como parece, porque nuestras respuestas mentales al mundo
exterior están influidas por los miles de monitores culturales
silenciosos que controlan cada segundo de nuestra vida. La
mayoría de nosotros creemos que la nutria de mar es una criatura
´adorable. Al igual que un koala y el panda, sus rasgos faciales
están dispuestos de tal manera que nos recuerdan un poco los de
un niño, y nuestro corazón reacciona espontáneamente ante esta
circunstancia.