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El comercio entrevista con Rafael Correa Rafael Correa no oculta su fastidio con las entrevistas. Está cansado de que le pregunten una y otra vez las mismas cosas: Base de Manta, TLC, dolarización, asamblea constituyente... Sin embargo, su austera oficina en la calle Almagro está atestada de periodistas que esperan un turno. Un afiche del presidente boliviano Evo Morales es mucho más grande que una fotografía suya con Hugo Chávez. El espacio se llena de regalos, en su casi totalidad cuadros y retratos suyos que le envía gente humilde y que una secretaria coloca en una esquina. Usted habla de diálogos, ¿para qué? Hay grandes objetivos que nos hemos propuesto y que queremos que tengan el menor costo posible. Nos hemos propuesto una asamblea nacional constituyente, pero sabemos que la partidocracia se va a oponer a ello. Nuestro trabajo es llegar a ese objetivo con el menor costo posible. Si para eso tenemos que conversar lo haremos, pero sin claudicar. ¿A qué no se claudica? A lo que hemos hablado en campaña. A ninguno de esos temas vamos a renunciar. Pero, insisto, el trabajo de un estadista es lograr esos objetivos con el menor costo posible. ¿A qué se refiere con costo? A la fricción política. ¿Para eso están dispuestos a conversar con el Congreso? Por si acaso: tenemos 40 diputados que simpatizan con la asamblea constituyente y 15 que están comprometidos totalmente.¿No es mejor entonces hacer la reforma con el Congreso y ahorrarse el trámite de la asamblea? Sí, si es que un Congreso está dispuesto a pasar todas las reformas constitucionales que se necesitan y eso es una nueva Constitución. Pero eso es una ilusión. ¿Por qué una ilusión? Es imposible imaginar a Álvaro Noboa apoyando la despolitización del Tribunal Supremo Electoral, porque eso sería renunciar al Tribunal del Guayas, que es presidido por su primo. Es una ilusión, también, pensar que el Congreso apruebe la distritalización porque eso sería el fin del poder de los partidos políticos.