COMENTARIO AL CAPÍTULO 2
la capacidad de compra de los inversores.5 Estaríamos locos si no
esperásemos que Estados Unidos fuese a quedar, de una o de otra
manera, al margen de tal desastre. No obstante, estaríamos aún
más locos si llegásemos a la conclusión de que es imposible que
esto pueda ocurrir en dicho país.6
El crecimiento de los precios hace posible que la Administración
estadounidense abone sus deudas con dólares abaratados por la
inflación. Erradicar por completo la inflación va en contra de los
intereses de cualquier Administración pública que tome prestado
dinero con regularidad.7
Media protección
. ¿Qué puede hacer, entonces, el inversor inteligente para protegerse
frente a la inflación? .La respuesta normal sería «comprar acciones», pero
como ocurre con frecuencia con las respuestas ordinarias, no es
completamente cierto.
La figura 2.1 muestra, respecto de cada uno de los años que van de
1926 a 2002, la relación entre la inflación y los precios de las acciones.
Como se puede ver, en los años en los que los precios de los bienes y
servicios al consumo se redujeron, como ocurre en la parte izquierda del
gráfico, la rentabilidad de las acciones fue terrible, con un mercado que
llegó a perder hasta el 43% de su valor.8 Cuando la inflación superó el 6%,
como ocurre en los ejercicios del extremo derecho del gráfico, las acciones
también se hundieron. El mercado perdió dinero en 8 de los 14 años en los
cuales la inflación superó el 6%; el rendimiento medio de esos 14 años fue
un escaso 2,6%. Mientras que una inflación moderada hacía posible que las
5
Véase Stan1ey Fischer, Ratna Sahay y Carlos A. Vegh, «Modem Hyper-and High Inflations», National
Bureau of Economic Research, Working Paper 8930, en www.nber.org/papers/w8930.
6
De hecho, Estados Unidos ha sufrido dos períodos de hiperinflación. Durante la Revolución Americana,
los precios casi se triplicaron cada año desde 1777 hasta 1779, una libra de mantequilla costaba 12 dólares
y un barril de harina casi llegaba a los 1600 en el Massachusetts de la Revolución. Durante la Guerra de
Secesión la inflación alcanzó, tasas anuales del 29% en el Norte y de casi el' 200% en la Confederación
Sudista. En épocas tan recientes como 1946, la inflación alcanzó el 18,1% en Estados Unidos.
7
Estoy agradecido a Laurence Siegel de la Ford Foundation por esta cínica, a la vez que exacta .noción.
Inversamente, en una época de deflación (o de descenso sostenido de los precios) es más ventajoso ser
prestamista que prestatario, que es el motivo por el que la mayor parte de los inversores deberían tener
por lo menos una pequeña parte de sus activos en obligaciones, como forma de seguro frente a la
deflación de los precios.
8
Cuando la inflación es negativa, recibe la denominación técnica de «deflación». La reducción habitual
de los precios puede parecer atractiva a primera vista, hasta que se piensa en el caso de Japón. Los precios
llevan experimentando deflación en Japón desde 1989, con descensos de valor anuales en el mercado
inmobiliario y en el mercado de valores, lo que supone una interminable tortura por desgaste para la
segunda economía del mundo.
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