inversiones inteligentes 1 | Page 61

COMENTARIO AL CAPÍTULO 1 1. Identificar las cinco acciones del Dow Jones Industrial Average con la menor cotización y la mayor rentabilidad por dividendo. 2. Descartar la que tuviese el menor precio. 3. Destinar el 40% de los fondos a la acción que tuviese la segunda menor cotización. 4. Colocar el 20% en cada una de las transacciones restantes. 5. Un año después, volver a clasificar el Dow de la misma manera y reconfigurar la cartera siguiendo los pasos 1 a 4. 6. Repetir hasta llegar a ser rico. Según afirmaba Motley Fool, esta técnica habría superado al mercado durante un período de 25 años por un destacable 10,1% anual. Durante las dos décadas siguientes, sugerían, 20.000 dólares invertidos en «Las cuatro alocadas», deberían convertirse en 1.791.000 dólares. (Además, también afirmaban que se podían conseguir resultados aún mejores si se elegían las cinco acciones del Dow que tuviesen mayor relación de rendimiento por dividendo a la raíz cuadrada de la cotización de la acción, eliminando la que tuviese la mayor relación y comprando las cuatro siguientes). Analicemos si esta «estrategia» podría cumplir los requisitos establecidos por Graham en su definición de inversión:  ¿Qué tipo de «análisis exhaustivo» podría justificar que se descartase la acción cuya relación entre precio y dividendo era más atractiva, y que no obstante se eligiese a las cuatro siguientes que tenían una puntuación inferior en esos atributos deseables?  ¿De qué forma destinar el 40% del dinero a una única acción puede considerarse «riesgo mínimo»?  ¿Cómo es posible que una cartera compuesta por únicamente cuatro acciones esté suficientemente diversificada para ofrecer «seguridad del principal»? «Las cuatro alocadas», en pocas palabras, es una de las fórmulas de selección de acciones más ridículas que se han elaborado jamás. Los Bufones cometieron el mismo error que O'Shaughnessy: Si se analizan grandes cantidades de datos correspondientes a un período suficientemente prolongado, surgirán un número enorme de pautas, aunque sólo sea por casualidad. Por mera chiripa, las empresas que tienen una rentabilidad por acción superior' a la media tendrán muchos rasgos en común. No obstante, salvo que esos factores sean la causa de que las acciones tengan mejores resultados, no se podrán utilizar para predecir la rentabilidad futura. Ninguno de los factores que descubrieron los Bufones con tanta fanfarria -desprenderse de la acción que tuviese la mejor cifra, duplicar los 63