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INVERSIÓN EN CONTRAPOSICIÓN A ESPECULACIÓN
sorprendente) que las compras de acciones de todo tipo fuesen consideradas de manera bastante generalizada como extraordinariamente especulativas o arriesgadas justo en el momento en el que esos instrumentos se vendían en las condiciones más atractivas, y en el que estaban a punto de experimentar la mayor subida de cotización que han tenido en toda la historia; a la inversa, el propio hecho de que hubiesen subido hasta niveles que eran indudablemente peligrosos a juzgar por la experiencia pasada las convirtió, en un momento posterior, en « inversiones », y a todo el público que compraba acciones, en « inversores ».
La distinción entre inversión y especulación con acciones ordinarias siempre ha sido útil, y el hecho de que esa distinción esté desapareciendo es un motivo de preocupación. Frecuentemente hemos afirmado que Wall Street, como institución, haría bien si recuperara esa distinción y si la expusiese explícitamente en sus relaciones con el público. De lo contrario, las bolsas de valores podrían ser acusadas algún día de ser las causantes de las pérdidas extraordinariamente especulativas, con el argumento de que quienes las habían sufrido no fueron suficientemente advertidos contra ellas. Paradójicamente, una vez más, buena parte de los recientes problemas de imagen financiera de algunas agencias de valores parece provenir de la inclusión de acciones especulativas en sus propios fondos de capital. Confiamos en que el lector de este libro llegue a adquirir una idea razonablemente clara de los riesgos inherentes a las operaciones realizadas con acciones, riesgos que son inseparables de las oportunidades de obtener beneficios que ofrecen, y que deben ser tenidos en cuenta, tanto los unos como las otras, en los cálculos realizados por el inversor.
Lo que acabamos de decir indica que es posible queya no exista la posibilidad de crear una cartera compuesta por acciones ordinarias representativas seleccionadas con arreglo a una política de inversión absolutamente pura, en el sentido de que siempre se puede esperar adquirirlas a un precio que no entrañe ningún tipo de riesgo de pérdida de mercado o de « cotización » de entidad suficientemente grande para que pueda resultar inquietante. En la mayor parte de los períodos el inversor deberá reconocer la existencia de un factor especulativo en su cartera de valores. Es responsabilidad suya asegurarse de que ese elemento queda
participantes, « suponga que una persona decide que no va a gastar su dinero. Puede depositarlo en el banco o en obligaciones, o puede invertido. ¿ Qué cree que sería lo más sensato que podría hacer con el dinero en estos días: depositarlo en el banco, comprar bonos de ahorro, invertido en inmuebles o comprar acciones ordinarias? Únicamente el 4 % pensaba que las acciones ordinarias ofrecerían un resultado « satisfactorio ». El 26 % consideraban que « no eran seguras » o que eran « un juego de azar ». Desde 1949 hasta 1958, el mercado de valores consiguió una de las mayores rentabilidades decenales de la historia, alcanzando el18,7 % anual. En una fascinante repetición de aquella pionera encuesta de la Reserva Federal, un estudio realizado por BusinessWeek a finales de 2002 descubrió que únicamente el 24 % de los inversores estaban dispuestos a invertir más en sus fondos de inversión o en sus carteras de valores, en comparación con el 47 % que lo habían estado sólo tres años antes.
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