inversiones inteligentes 1 | Page 30

EL INVERSOR INTELIGENTE mayor parte de los demás inversores ya prevén lo mismo. Para el momento en el que todo el mundo decide que una industria concreta es «evidentemente» la mejor para invertir, las cotizaciones de las acciones de las empresas de ese sector habrán ascendido tanto que su rentabilidad futura no podrá evolucionar salvo a la baja. Por lo menos hasta el momento actual nadie ha tenido las agallas de seguir afirmando que la tecnología seguirá siendo el sector de mayor crecimiento del mundo. De todas formas, no se olvide de lo siguiente: las personas que en la actualidad afirman que el siguiente pelotazo seguro estará en la asistencia sanitaria, en la energía, en el sector inmobiliario o en el oro no tendrán más razón al final que la que acabaron teniendo los que cantaban las alabanzas de la alta tecnología. El resquicio de esperanza Si en la década de 1990 ningún precio parecía demasiado elevado para las acciones, en 2003 hemos llegado a un punto en el que ningún precio parece ser suficientemente bajo. El péndulo ha oscilado, como Graham sabía que siempre hace, desde la exuberancia irracional hasta el pesimismo injustificable. En 2002 los inversionistas sacaron 27.000 millones de dólares de los fondos de inversión, y un estudio realizado por la Securities Industry Association descubrió que uno de cada 10 inversionistas había reducido por lo menos un 25% su cartera de acciones. Las mismas personas que estaban dispuestas a comprar acciones a finales de la década de 1990, cuando su cotización ascendía y, por lo tanto, eran muy caras, vendían acciones a medida que su cotización se reducía y, por lo tanto, eran baratas. Como Graham muestra con gran brillantez en el capítulo 8, esto es exactamente lo contrario de lo que hay que hacer. El inversor inteligente se da cuenta de que las acciones cada vez son más arriesgadas, no menos arriesgadas, a medida que su cotización aumenta, y menos arriesgadas, y no más, a medida que sus cotizaciones descienden. El inversor inteligente teme el mercado alcista, puesto que hace que las acciones resulten más caras de adquirir. Por el contrario, siempre y cuando se tenga suficiente efectivo disponible para hacer frente a los gastos necesarios, se deberían aceptar de buen grado los períodos bajistas del mercado, puesto que hacen que las acciones vuelvan a estar a buenos precios.8 8 La única excepción a esta regla corresponde a los inversores que estén en una etapa avanzada de su jubilación, que tal vez no vivan lo suficiente para ver el final de un prolongado período bajista del mercado. De todas formas, ni siquiera un inversor de edad avanzada debería vender sus acciones simplemente porque hayan bajado de cotización; ese método no sólo haría reales sus pérdidas sobre el papel, sino que privaría a sus herederos de la posibilidad de heredar esas acciones a un coste inferior, con las ventajas fiscales que eso entraña a la hora de liquidar los impuestos de sucesiones 32