EL INVERSOR INTELIGENTE
de las cotizaciones, podría parecer comparativamente sencillo mejorar la
media; sin embargo, es un hecho que la proporción de personas
inteligentes que tratan de lograr ese resultado y que fracasan es
sorprendentemente grande. Incluso la mayoría de los fondos de
inversión, con todo su personal experto, no han obtenido unos resultados
tan brillantes a lo largo de los años como el mercado general. En
combinación con lo que acabamos de decir están los resultados de las
predicciones publicadas del mercado de valores elaboradas por las
agencias de bolsa, respecto de las cuales hay elocuentes pruebas de que
sus previsiones, basadas en complejos cálculos, han sido menos fiables
que si las hubiesen elaborado limitándose a lanzar una moneda al aire.
A la hora de escribir este libro hemos tratado de tener presente esta
trampa básica de la inversión. Se han destacado las virtudes de una
política de cartera sencilla, la adquisición de obligaciones de gran
categoría en combinación con una cartera diversificada de las principales
acciones ordinarias, que cualquier inversor puede poner en práctica con
escasa colaboración de expertos. Las incursiones más allá de este
territorio seguro y firme se han presentado como si estuviesen llenas de
dificultades desafiantes, sobre todo en el área del temperamento. Antes
de lanzarse a una incursión de ese tipo, el inversor debería estar seguro
de sí mismo y de sus asesores, en especial a la hora de determinar si
tienen una clara concepción de las diferencias existentes entre la
inversión y la especulación y entre el precio de mercado y el valor
subyacente.
Un método sensato y racional de inversión, firmemente basado en
el principio del margen de seguridad, puede generar sustanciales
beneficios. No obstante, no se debe adoptar la decisión de tratar de
obtener unos rendimientos sustanciales, en vez de tratar de obtener los
frutos garantizados de la inversión defensiva, sin haberse sometido a un
profundo examen de conciencia personal.
Un último pensamiento en retrospectiva. Cuando el joven auditor
empezó a trabajar en Wall Street en junio de 1914 nadie tenía ni la más
remota idea de lo que nos esperaba en el siguiente medio siglo. (El
mercado de valores ni siquiera sospechaba que, en un plazo de dos
meses, iba a estallar una guerra mundial que acabaría cerrando la bolsa
de valores de Nueva York). En el momento presente, en 1972, Estados
Unidos el país más rico y poderoso de la tierra, aunque esté asolado por
todo tipo de problemas importantes y aunque su confianza sobre el
futuro flaquee. Sin embargo, si limitamos nuestra atención a la
experiencia de inversión en Estados Unidos, se puede extraer una cierta
tranquilidad de ánimo del estudio de los resultados de los últimos 57
años. A través de todas las vicisitudes y problemas, tan perturbadoras
como imprevistas, no ha dejado de ser cierto que los principios de
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