Historizando raza
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examinar las continuidades, las rearticulaciones, las múltiples
líneas de emergencia, e insistir en las particularidades, los eventosexpresiones específicos que rompen las lecturas generalizantes.
Esto nos permitirá no proyectar en el pasado unas nociones
naturalizadas de fenotipo, sangre, raza, etc., desde un presentismo
histórico o introducir una violencia epistémica en la actualidad al
considerar como racialización nuestro propio sentido común.
Lo que está en juego aquí es el reconocimiento de la estrecha
relación entre la historicidad del pensamiento y las intervenciones
posibles. Esta relación puede ser formulada en una doble pregunta:
de un lado, ¿cómo pensar, desde nuestra irremediable condición del
presente, sobre unos pasados que no sólo constituyen una distancia
temporal sino también unos otros horizontes experienciales y
cognitivos? De otro lado, ¿cómo pensar nuestro más inmediato
presente con categorías que han sido acuñadas en un reciente
pasado y que, por tanto, pueden no ser las más adecuadas para
capturar lo apenas naciente y aun nebuloso desde los marcos
heredados? Ambas cuestiones confluyen en subrayar la relación
entre el peso de la historicidad de ‘nuestro’ pensamiento y la
posibilidad de conocimiento de unas otras expresiones históricas
(aquellas que constituyen su ‘exterioridad’ o, incluso, su ‘afuera’).