Identidades: conceptualizaciones y metodologías
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después-del-evento. Esto da a las cuestiones de cultura e ideología,
y los escenarios de la representación —subjetividad, identidad,
política— un lugar formativo, no meramente uno expresivo, en
la constitución de la vida social y política” (Hall 1996: 443). Este
aspecto performativo de las identidades en la constitución del sujeto
ha sido uno de los puntos sobre los que ha gravitado el trabajo de
algunas teóricas feministas como Judith Butler ([1990] 2007, 2001).
Ahora bien, del hecho que el sujeto sea construido no se puede
deducir que entonces es absolutamente determinado y carente de
agencia: “[…] por el contrario, el carácter construido del sujeto es la
precondición misma de su agencia […] (Butler 2001: 27).
En tanto práctica significante, las identidades son polifónicas y
multiacentuales. Ninguna identidad supone un significado estable
y compartido por todos los individuos y colectividades de forma
homogénea. Las identidades no son definidas de una vez y para
siempre, sino que las cadenas denotativas y connotativas asociadas
a una identidad específica se desprenden de prácticas significantes
concretas, de las interacciones específicas entre diversos individuos
donde se evidencia la multiplicidad de sus significados. En la
práctica social de los disímiles individuos y colectividades, las
identidades acarrean múltiples, contradictorios y, en ciertos aspectos,
inconmensurables sentidos. Así, en su análisis de las identidades
raciales en el Perú, Marisol de la Cadena argumenta:
Lejos de ser simples equivocaciones, estos ejemplos
[de diferencias en las categorías raciales asignadas por
algunos europeos o asumidas por ciertos peruanos]
ilustran los múltiples significados de las etiquetas
de identidad, así como los esfuerzos por separar y
clasificar —es decir ‘purificar’ identidades— a través
de la supresión (o deslegitimación) de la heteroglosia
[…] A pesar de estos esfuerzos, la heteroglosia
persiste y los “errores” continúan (2005: 261).