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Intervenciones en teoría cultural
Además de esta articulación con los ejercicios del poder, las
identidades existentes son al mismo tiempo asignadas y asumidas.
Las identidades ponen en juego prácticas de asignación y de
identificación. Analíticamente se pueden considerar dos casos
extremos inexistentes, pero que definen un eje sobre el que
las identidades existentes operan. En un extremo encontramos
la (imposible) ‘identidad’ puramente asignada a individuos o
colectividades. Toda identidad requiere que los individuos o
colectivos a los cuales se atribuye la reconozcan aunque sea
parcialmente o, al menos, sean interpelados por la identidad
asignada. Antes que identidad, en este ejercicio de pura asignación
estamos ante una práctica de estereotipia. Del otro, la (imposible)
‘identidad’ resultado de la pura identificación de los individuos o
colectividades mismos. En tanto relacionales, las identidades no
son términos aislados. En su existencia ‘hacen sentido’ (múltiples,
situados y hasta contradictorios) no sólo para quienes las asumen,
sino también para quienes las asignan a otros. Las identidades
existentes, por tanto, requieren ser asignadas y asumidas.
En el estudio de las identidades es pertinente diferenciar entre las
proscritas y marcadas de un lado, y las arquetípicas y naturalizadas
del otro. Las identidades proscritas son aquellas que se asocian con
colectividades estigmatizadas desde los imaginarios dominantes o
hegemónicos. Las estigmatizaciones ponen en juego el señalamiento
de ‘anormalidades’ sociales que patologizan, criminalizan o
condenan moral o estéticamente (Valenzuela 1998:44-45). Por
tanto, las identidades proscritas son en gran parte asignadas pero
sin llegar a serlo en su totalidad porque dejan de ser identidades
para ser meros estereotipos. En ciertos momentos estas identidades
pueden ser objeto de resignificación positiva por parte de las
colectividades estigmatizadas en un proceso de empoderamiento
y confrontación de los imaginarios dominantes y hegemónicos.
Las identidades proscritas siempre son marcadas, esto es, suponen
una serie de diacríticos corporales o de comportamiento que