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Intervenciones en teoría cultural
refiero a la modernidad hiperreal no quiero decir que no exista,
ni que no tenga efectos en las materialidades del mundo. Al
contrario, ha colonizado la imaginación teórica y política de tal
forma que incluso los discursos que aparecen como disidentes o
críticos los tienden a reproducir y a reforzar.
Para evitar los encantos de la modernidad hiperreal, propongo
seguir un abordaje que no sea substancialista, es decir, que
no se pregunte de antemano qué es (o no) la modernidad (o
modernidades) siguiendo una estrategia definicional sino
que, desde una estrategia eventualizante, considere qué se ha
enunciado y hecho histórica y etnográficamente en nombre de
la modernidad (o en su contra). Un abordaje de los discursos
efectivamente pronunciados y las prácticas articuladas en lugares
y por gentes concretas en nombre de lo que se ha supuesto como
modernidad. Un gesto eventualizante constituye la alternativa a
los callejones sustancialistas sin salida. Antes que la búsqueda
de la verdad-verdadera o de la autenticidad última de lo que
establecería la modernidad (como una o como múltiple), la
eventualización tendería al examen de las modernidades como
singularidades múltiples, como acontecimientos que debe
comprenderse en sus propios amarres y contextos.
Una vez abierta la posibilidad analítica de concebir a la
modernidad de una forma no substancialista, el análisis histórico
especifico de cómo ha sido articulada efectivamente no puede
desconocer que la modernidad de hecho ha operado como un
‘deseo civilizatorio’ estrechamente ligado a la expansión de lo que
aparece como ‘Occidente’, a la producción misma de la arrogancia
imperial europea y, más recientemente, la estadounidense. Pero
esto no debe hacernos perder de vista que este proyecto no
necesariamente se agencia desde el contenido que se otorga a
priori desde cualquier modernidad hiperreal. En nombre de la
modernidad de hecho se han articulado agendas, discursos y