Intervenciones en teoría cultural | Page 118

Modernidad y diferencia 117 difusionistas, pero también del grueso de trabajos que pretenden pluralizar la modernidad, consiste en que asumen una idea sustancialista de la modernidad. En efecto, una de las dificultades con las maneras cómo ha sido abordada la modernidad o las modernidades consiste en que buscan establecer una definición sustancialista (cuando no esencialista) de la modernidad como una o como múltiple. Una definición sustancialista trata de identificar un contenido concreto o abstracto que otorgue una identidad sustantiva a la modernidad (como una o como múltiple) y la diferencie tajantemente de la no-modernidad, que establezca de una vez y para siempre el orden de interioridades y exterioridades, de anterioridades y posterioridades. A esta forma de entender la modernidad me gustaría denominarla abordajes substancialistas. Los abordajes sustancialistas de la modernidad tienden a operar estableciendo una ‘modernidad hiperreal’. La noción de modernidad hiperreal se inspira en los trabajos de Alcida Ramos (que sugiere la del indígena hiperreal) y de Chakrabarty (que habla de la Europa hiperreal o la India hiperreal). Lo hiperreal se refiere aquí a un definicional abstracto normativo estructurante de la imaginación teórica y política, un “significante maestro” generalmente naturalizado desde el cual se organiza lo pensable pero que se mantiene por fuera de lo pensado. Como ‘modernidad hiperreal’ se entiende el objeto construido por estrategias definicionales que pretenden establecer unos criterios de identidad esencial de la modernidad (como una o como múltiple). De hecho los criterios a los que se ha apelado para establecer qué es la modernidad cubren un amplio espectro según los autores, las disciplinas, los momentos y las disputas que se encuentran en juego: los hay referidos a las dimensiones epistémicas, económicas, sociológicas, éticas y ontológicas. Cuando me