Esa introducción que el maestro Álvaro José Arroyo González “El Joe”, le hacía a otro gran maestro; Darío Alberto De Castro Vásquez “Chelito” en la canción “la Rebelión” se convirtió en un sello que hoy por hoy sostiene con orgullo.
En esta ocasión tuvimos el honor de adentrarnos a uno de los espacios más privados del artista, su casa, ubicada en el norte de la ciudad de Barranquilla, nos abrió sus puertas para contarnos más de él.
Al llegar el primero que nos recibe es un perro schnauzer blanco, el pechichón de la casa, según el cantante. Se nota de inmediato que es la residencia de un artista, los cuadros llenos de color en las paredes, en donde los instrumentos musicales se llevan el protagonismo. Chelito nos recibe y aunque cualquiera podría imaginar que este hombre fuese todo menos tímido, hay cierta retracción y reserva cuando habla, eso no le quita la alegría que caracteriza al costeño y el sabor que claramente lleva en la sangre.
Conversamos de todo un poco, al menos por dos horas en donde se tocaron muchos temas y las anécdotas parecían que no se acabaran.
¿Quién al escuchar esta frase no se remonta a la música de la época de oro, en donde un peculiar y nuevo sonido retumbaba en todas las esquinas de la arenosa, en ese tiempo en que la salsa se apoderaba de los pies de los bailadores?