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Los pueblos originarios no sólo están expuestos a la desigualdad socioeconómica, estas personas también son afectadas por estereotipos hacia sus características físicas y lingüísticas, siendo discriminados por sus rasgos, color de piel, vocabulario y condiciones de vida, donde los inmigrantes establecidos en urbanizaciones son los más perjudicados en la continuidad de su vida, por el simple rechazo ante las características propias de estas personas (Nexos, 2019).
También son víctimas del racismo sistemático, aquel proveniente del gobierno y sus relacionados, donde mediante interrogatorios o indagaciones constantes y superfluas por las autoridades, actitudes amenazantes y autoritarias de profesores hacia sus estudiantes o por desconsideración de trabajadores hacia su persona. (ONU, 2015).
Un punto muy importante es que estos pueblos no cuentan con los mismos derechos y servicios que cualquier otro individuo, siendo ojo directo de la violencia. La seguridad con la que estas personas cuentan en su vida cotidiana es casi nula, siendo las mujeres las mayores víctimas de tal hecho, algunas estimaciones demuestran que más de una de cada tres mujeres indígenas han sido violadas en algún momento de su vida (ONU, 2015). Según estudios, entre los tipos de violencia por los que las mujeres son afectadas la violencia sexual es la que representa la mayor diferencia entre las mujeres indígenas y no indígenas, donde son afectadas el 41.3% de las mujeres mayores de 15 años a nivel nacional y 29.6% de las mujeres indígenas, que, aunque las mujeres indígenas tengan un menor porcentaje, no cambia el hecho que una gran cantidad de mujeres son víctimas de acciones violentas (INPI, 2017).
Gráfica 1. Índice de Desarrollo Humano de los Pueblos Indígenas, no indígenas y Total a nivel nacional.
Fuente: Tomada de Fernández, et al., 2006: 78., citado por Rosas, 2007.