AMORES INFINITOS
UNA RUANA Y EL PLETÓRICO AMOR DE
MI ABUELA
POR: MARIA DEL MAR LOPERA
Maria del Mar Lopera, que recientemente perdió a uno de sus seres más queridos, su abuela,
nos describe en pocos párrafos el amor verdadero... ese que se demuestra con acciones y que
no se acaba ni con la muerte.
El pasatiempo favorito de mi abuela era tejer.
Siempre la encontraba en el mismo lugar:
sentada en la silla mecedora en el balcón de
la habitación mientras hacía crochet sobre
una mesa de madera, rodeada de muchos
tambores de hilo, su infaltable caja de
pañuelos,
un
vaso
con
“fresco”,
una
camándula y la cánula de oxígeno. Trató de
enseñarme y se burlaba de mis cadenetas
con puntadas muy flojas o muy apretadas,
nunca tuve un punto medio, pero se sentía
orgullosa y a todos les decía “esta niña
aprende rápido”.
Últimamente hacía cosas sencillas, se casó Un viernes fui a medirme la ruana y me
con los caminos de mesa. Pareció quedarse quedó demasiado larga. Ella, con toda la
sin ideas, pero un día le pedí que me tejiera paciencia del mundo, se tocaba la cabeza
una ruana, ella se angustió y me dijo que no entre risas y me decía desesperada que
sabía cómo hacerla. Yo no la presioné, le dije entonces la desbaratara y que le dejara bien
que siguiera tejiendo caminos. claras las medidas porque ya no veía la hora
de terminarla.Desde ese día se dedicó a tejer
Esa misma semana hablamos por teléfono y los cuadros que le faltaban, solo quedaba
cuando le pregunté qué hacía me respondió pegarlos.
–furiosa– que me estaba haciendo la ruana.
Cada que hablábamos lanzaba comentarios Mi abuela se fue y no terminó la ruana que le
como que yo era muy cansona, que le iba a sacó tantas canas. Me dejó y me quedó la
poner la ruana de cama a Dulce (mi perrita), ruana incompleta: la representación del amor
que jamás la iba a usar, que le consiguiera el infinito e ilimitado, de ese amor que la obligó
“hijueperra” hilo amarillo que era el que más a aprender lo que no sabía solo para
gastaba, que quién me había dicho que ella hacerme feliz.
sabía hacer ruanas y que me quería ver
saliendo “pa’ una de esas tabernas” con la Ahora entro al balcón y no te encuentro. La
ruana puesta. Yo le decía que sí a todo, pero veo a ella, inmóvil, y no me encuentro. Cojo
le aclaraba que esa ruana, mi ruana y te veo, siempre ahí, amorosa y
independientemente del uso que le diera, iba paciente.
a ser lo más valioso que tendría en toda mi
vida.
PAG 11
INFINITO | 2019