INFILTRACIÓN MUNDIAL - SALVADOR BORREGO E. Infiltración Mundial (Salvador Borrego E.) | Page 88
En el sector central el general Von Rundstedt coordinaba a otros cuatro ejércitos
alemanes, a manera de espada que se clavaría hacia el corazón de los ejércitos
aliados. En este sector se habían concentrado siete divisiones blindadas, dirigidas
por radio, que avanzarían lo más rápidamente posible, eludiendo ciudades y
puntos fortificados enemigos.
En el sector sur del frente el general Ritter Von Leeb, con dos ejércitos, acosaría y
fijaría sobre el terreno a las tropas francesas de la Línea Maginot. Propiamente en
este sector no se intentaría avanzar.
Del lado alemán había cien divisiones, aproximadamente millón y medio de
soldados. Por la parte aliada había 155 divisiones, aproximadamente dos millones
trescientos mil hombres. Estas cifras eran notoriamente desfavorables para
Alemania e infundían serios temores a varios generales, pero Hitler confiaba en
ciertas ventajas de la organización alemana, del nuevo armamento y de la
acometividad de la tropa.
Este último factor imponderable comenzó a hacerse sentir desde que principió la
lucha. La oficialidad y los soldados se lanzaban con resolución hacia las
posiciones enemigas; ponían en la batalla un espíritu superior al simple
cumplimiento forzoso de una orden. Las bajas no los paralizaban. Los tanques se
mantenían intercomunicados por radio, se aproximaban lo más posible a la
artillería enemiga, corriendo riesgos, pero luego abrían el fuego concentradamente
y producían un efecto desquiciante en la moral del adversario.
Los 2,800 tanques alemanes eran inferiores en número a los tanques aliados,
algunos de los cuales tenían mayor blindaje y mayor cañón, pero aquéllos
operaban concentradamente y a mayor velocidad.
Los Stuka también se mantenían enlazados por radio con las divisiones blindadas,
se picaban sobre el fuego antiaéreo hasta menos de mil metros de altura y daban
la impresión desconcertante de creerse invulnerables. Pegarse al enemigo, a
despecho de las bajas que eso ocasionara, para hacerle fuego preciso desde
corta distancia, era la táctica general del atacante. Esto sorprendía o paralizaba a
muchas unidades aliadas.
Hitler había dicho poco antes en una proclama a las tropas: "El pueblo alemán no
fomenta ningún odio ni ninguna enemistad para con los pueblos británico o
francés. El pueblo alemán, sin embargo, está hoy en día frente al problema de si
desea vivir o sucumbir". . .
Y como los llamados de paz hechos por Hitler habían sido rechazados, la tropa se
empeñó en la lucha con la determinación de la legítima defensa.
El 6to. Ejército de Von Reichenau rompió las defensas al norte de Bélgica y
penetró profundamente, flanqueado o seguido por el l8vo ejército de Von Küchler
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