INFILTRACIÓN MUNDIAL - SALVADOR BORREGO E. Infiltración Mundial (Salvador Borrego E.) | Page 70

de Stalin para firmar un "tratado de comercio y no agresión”. Hitler sabía que esa oferta era engañosa, que el tratado propuesto no duraría mucho tiempo, pero pensó erróneamente que de momento podría disuadir a Inglaterra y a Francia de ir a la guerra. Naturalmente no fue así. El pacto, firmado el 23 de agosto (1939) no sorprendió a los gobiernos de Inglaterra y Francia porque secretamente se hallaban informados por Moscú acerca de la maniobra. Los atractivos pactos con el diablo dan irremisiblemente malos resultados. Hitler no ganó nada y, por el contrario, facilitó el camino a los círculos procomunistas de París y Londres, los cuales engañaron más fácilmente a los pueblos inglés y francés. Cuando el 3 de septiembre Inglaterra y Francia le declararon la guerra a una Alemania con la cual no tenían conflicto real, se azuzó a la opinión pública anglofrancesa diciéndole que iba a luchar por la democracia y la libertad contra un Hitler aliado del comunismo. Pero en realidad no existía tal alianza. Y la lucha anglofrancesa no era en defensa de la democracia occidental, sino del imperialismo marxista. EL TERRIBLE ENGAÑO QUE SUFRIÓ POLONIA. Polonia no tenía necesidad de ir a la guerra contra Alemania. Nada podía ganar, pues aún triunfando, quedaba a merced de su enemigo comunista que desde hacía tiempo acechaba el momento de sojuzgarla, como ya lo había intentado en 1920 mediante un ataque armado. Polonia conocía perfectamente las intenciones del marxismo. Por eso el general Pilsudski había firmado un tratado de amistad con Hitler en Enero de 1934, y estaba a punto de concertar una alianza germano-polonesa contra la URSS, pero murió en 1935 y fue reemplazado por José Beck, quién comenzó a cambiar de política. Alemania pedía de Polonia un paso terrestre para vincular a Prusia Oriental (a través de territorio que había sido alemán) y poder montarla invasión contra la URSS. Los círculos procomunistas de Inglaterra, Francia y Estados Unidos (con Churchill, Daladier y Roosebelt a la cabeza) azuzaron al régimen polaco, lo malinformaron, explotaron el orgullo de algunos políticos, haciéndoles creer en un fácil triunfo, y éstos llevaron a su pueblo a una guerra que irremisiblemente desembocaría en desastre, aunque Alemania fuera vencida. En número de tropas de Polonia casi igualaba a las que Hitler podía lanzar contra ella, pero en armas, en instrucción y en estrategia los polacos eran muy inferiores. Se necesitaba una ceguera total para no verlo. 70