INFILTRACIÓN MUNDIAL - SALVADOR BORREGO E. Infiltración Mundial (Salvador Borrego E.) | Page 65
rápidamente. En cuanto lo vieron triunfar se reunió en Ginebra la Conferencia
Mundial Judía y acordó promover una coalición mundial contra Alemania. Tal
acuerdo tenía por objeto defender al marxismo. Dos años después Hitler
promulgaba las Leyes de Nurenberg. (l)
Por otra parte, Hitler firmaba una alianza con Italia y Japón, contra el comunismo
internacional, y avanzaba en su intento de ganarse la amistad de Francia e
Inglaterra. Con esta última firmó un Tratado Naval (junio 18 de 1935), que cedía a
los ingleses la supremacía en el mar. La crisis de Austria fue resuelta
pacíficamente, y Alemania y Austria se unieron en una misma nación, partiendo de
la realidad de que eran un mismo pueblo.
Todo esto inquietaba a la Infiltración porque el régimen de Hitler se afirmaba más
y se acercaba a su meta de marchar contra el comunismo, cuya sede era la
URSS. Por tanto, decidieron aprovechar la crisis de Checoslovaquia a fin de dar
un golpe de Estado.
Checoslovaquia era un país inventado al terminar la primera guerra mundial, con
jirones de territorio y de habitantes arrancados e Alemania, a Eslovaquia y a
Hungría. No correspondía, pues, a una realidad étnica ni política. Pero era una
especie de puñal en "el bajo vientre de Alemania”. Hitler trataba de remover este
obstáculo para su proyectada marcha hacia la URSS. Tenía casi la seguridad de
lograrlo pacíficamente, pero era claro que no podía prescindir de realizar aprestos
militares. En 1938 comenzó a prepararse el Plan Verde.
(1) Diez años después se escogió simbólicamente a Nurenberg para ahorcar ahí a los
jefes alemanes prisioneros.
Al enterarse de eso Ludwig Beck (jefe del Estado Mayor General) apremió a varios
generales a dar un golpe de Estado. Los generales Stuelpnagel y Witzleben
apoyaban a Beck. El jefe del ejército, general Brauchitsth, era apolítico, pero Beck
le decía que urgía evitar la guerra y así logró que Brauchitsch aceptara participar
en el golpe.
Hitler sentía cierta resistencia a sus planes en el Estado Mayor General y reunió a
los generales para explicarles su política. La mayoría lo apoyaba.
El general Beck quiso forzar las cosas y el 18 de agosto presentó su renuncia,
esperando provocar así una crisis que arrastrara a otros, pero no lo logró. Hitler le
tomó la palabra a Beck y en su lugar nombró como jefe del Estado Mayor General
a Franz Halder.
Pero resultó que Halder también había sido ganado por la conjura, aunque con un
móvil bien distinto al de la conjura misma. Halder no simpatizaba con la URSS ni
quería acercamiento con el Ejército Rojo, pero le habían insistido en que el ejército
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