INFILTRACIÓN MUNDIAL - SALVADOR BORREGO E. Infiltración Mundial (Salvador Borrego E.) | Page 298

realidad no se trataba de simples espías, sino de altos funcionarios cuyo captura podía poner al descubierto o otros más altos todavía. En Inglaterra cayó preso Nunn May, que pasaba secretos atómicos a la URSS, e inmediatamente surgió una campaña de prensa (de diarios judíos) para que se le tratara con ”humanitarismo”. Después fue capturado Klaus Fuchs, funcionario del Centro de Investigaciones Atómicas Harwell, de origen israelita. Llevaba 7 años pasando secretos a la URSS. Colaboraban con él lsrael Holperin, profesor de lo Universidad de Kingston, Ontario, Simón David Kremer, de la embajada soviética en Londres y el profesor Oppenheimer, de Estados Unidos. Bruno Pontecorvo, también del Centro Atómico de Harwell, logró huir a la URSS. En Chicago actuaba Arthur Adams, en combinación con Clarense Miskey, “respetable” investigador de lo Universidad neoyorquina de Columbia, y con el “prestigioso” Joseph Weinberg, del Laboratorio de Investigación de Radiaciones de lo Universidad de California, en Berkeley. Formaban también porte del grupo Sidney Weinbaum, Sanford Simons, Franklin Reno, Fox Lomanitz, Harry Gold, David Greenglas, Morton Sobell, Max Elitcher y Julius y Ethel Rosemberg. Estos dos últimos eran de los jefes más prominentes de ese grupo de Infiltración y fueron ejecutados. Gracias o todos ellos la URSS (que llevaba 25 años de atraso en investigaciones atómicos) recibió los secretos norteamericanos e ingleses y en 4 años pudo producir su primera bomba atómica (agosto de 1949). Ese no fue el viejo proceso de espionaje que va logrando lentamente, pedazo a pedazo, arrancar secretos bien custodiados. Fue el nuevo proceso de lograr todos los secretos rápidamente a través del Movimiento de Infiltración, integrado no por agentes que se mueven dificultosamente en tales o cuales dependencias, sino por altos funcionarios. Mucho gente se sorprendió de que tan repentinamente hubieron surgido tantos traidores en Canadá, Ingloterro y Estados Unidos que ayudaran a la URSS. En realidad, eran infiltrados que se hallaban bien colocados desde muchos años antes y que sólo esperaban el momento oportuno de actuar. Todos ellos eran de origen judío. Y aunque muchos habían nacido ya en Norteamérica, ¿qué de extraño tenía que trabajaran en favor del marxismo, si éste es creación hebrea desde Marx y Trotzky hasta Lenin, Stalin y Brejnev? El descubrimiento de eso Infiltración que le entregó la bomba atómica a la URSS fue obra del azar, o sea de la denuncia y de las pruebas iníciales que aportó el agente soviético Igor Guzenco, y puso de manifiesto que ni el competente FBI de Estados Unidos, ni el hábil Scotland Yard de Inglaterra habían detectado tan grave peligro. 298