INFILTRACIÓN MUNDIAL - SALVADOR BORREGO E. Infiltración Mundial (Salvador Borrego E.) | Page 261
Stauffenberg no pudo actuar. Rápidamente se lo comunicó a Olbricht, quien
canceló la "Operación Walkiria" y regresó las tropas a sus cuarteles. Luego dio la
explicación de que había sido un ensayo de protección.
Stauffenberg podía entrar al cuartel general de Hitler y salir con la bomba en su
portafolio. En este sentido no se habían tomado medidas de precaución porque
era inconcebible recelar de un militar de carrera,.de un miembro de Estado Mayor.
Jamás en la historia de Alemania un militar había actuado contra su Mando.
Finalmente, el 20 de julio, Stauffenberg tuvo una nueva oportunidad en el cuartel
general, en Prusia Oriental. Durante una junta colocó casi a los pies de Hitler,
debajo de una mesa, su portafolio con dos bombas inglesas acopladas. Eran las
12:16 y poco antes había cronometrado el detonador para las 12:40. Luego fingió
una llamada urgente a Berlín y salió de la sala. A doscientos metros de distancia
oyó la explosión y vio volar la sala en donde estaba Hitler, así como algunos
cuerpos despedazados, entre llamas, humo y pedazos de muebles. No le cupo
duda de que todos, incluso Hitler, habían perecido.
Stauffenberg acechaba la escena junto con el general Erich Fellgiebel, jefe de las
radiocomunicaciones del Alto Mando, quien le facilitó un automóvil para que
huyera. En los 90 segundos que tardó en darse la alarma en los alrededores del
cuartel de Hitler, Stauffenberg logró cruzar un puesto de vigilancia. En el siguiente
lo detuvo un centinela. Todos los papeles estaban en regla, pero el centinela llamó
al capitán Von Moellendorf. Stauffenberg le dijo que tenía urgencia de ir a Berlín, y
como en ese instante aún no se daba la alarma, el capitán le permitió seguir
adelante.
Stauffenberg llegó así al aeródromo y abordó el avión que le tenía listo el general
Edúard Wagner, jefe de la lntendencia, que era otro de los conjurados.
261