INFILTRACIÓN MUNDIAL - SALVADOR BORREGO E. Infiltración Mundial (Salvador Borrego E.) | Page 26
Los casos de secuestros y asesinatos misteriosos en Occidente, a manos de los
agentes mas o menos ocultos de la GPU y de la NKVD, son una larga lista cuyo
dramático desarrollo rebasaría los límites de un libro.
La Infiltración física para secuestrar o acallar personajes, o para dividir y
desmoralizar movimientos o acciones contrarios al avance "marxista, son efectivas
e impresionantes. Pero además existe la infiltración de las mentes, menos
concreta que la acción puramente física, pero de efectos también terribles, que no
se pueden ni siquiera calcular.
En el fenómeno de la infiltración mental el "difusor" emite una idea aparentemente
lógica, novedosa, atractiva, que no despierta recelos en el “receptor" al cual va
dirigida. Por el contrario, éste siente que esa idea le beneficia y por lo tanto la
hace suya. Es la forma sutil, sagaz de lograr que un no-comunista actúe
inconscientemente a favor del comunismo, creyendo que sirve a otro propósito.
Incluso se molesta cuando alguien trata de convencerlo de su error.
A principios de l9l5 la primera Guerra Mundial sacudía a Europa. Alemania, con 98
divisiones, afrontaba a la Gran Alianza del lmperio Británico, el lmperio Francés y
el lmperio Ruso. En el frente occidental Alemania luchaba contra más de cien
divisiones francesas, inglesas y belgas. Y en el frente oriental combatía contra 150
divisiones rusas. Era un momento crítico para Alemania, aunque sus tropas
avanzaban en todos los frentes.
El marxismo quería aprovechar el río revuelto de la guerra para tomar el Poder.
Rusia era una de las metas, aunque no la principal. Precisamente en enero de
1915 el emba jador alemán en Dinamarca Ulrich Brockdorff Rantzau, informó a su
Ministerio que el Dr. Parvus se había acercado a él para proponer que Alemania
ayudara a los comunistas a derribar al gobierno ruso y que en esa forma Alemania
resultaría beneficiada porque desaparecería para ella el frente oriental.
El Dr. Parvus se llamaba en realidad Alexander Helphand, y no era ruso. Había
sido uno de los agitadores de los fallidos motines comunistas de Rusia en 1905.
Heiphand pedía dinero, aunque no era precisamente dinero lo que necesitaban los
comunistas, pues desde tiempo antes lo estaban recibiendo de Max Warburg, de
Olaf Aschberg y de Gívotovsky, financieros de Suecia, aunque no suecos; y
también recibían ayuda de Jacobo Schiff, Khun-Loeb and Co., Mortimer Schiff,
Félix Warburg, Ofto Kahn, Guggenheim y otros financieros de Nueva York, no
americanos. (l)
La llamada Revolución Rusa, planeada por jefes no-rusos, no estaba muy
necesitada de dinero, pero lo pedía a Alemania para establecer un puente. En
realidad no necesitaba el dinero alemán, sino infiltrar en la mente alemana la idea
de que le convenía a Alemania ayudar a que los comunistas derribaran al gobierno
ruso.
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