INFILTRACIÓN MUNDIAL - SALVADOR BORREGO E. Infiltración Mundial (Salvador Borrego E.) | Page 160
Mediante amenazas por un lado y ofertas de perdón y recompensa por otro, la
Gestapo consiguió que el operador se prestara a seguir actuando como de
costumbre. Y fue el hilo para capturar al grupo llamado “Capilla Roja”. Como jefes
figuraban Harro Schulze-Boysen, del Ministerio del Aire; la judía Oda Schottmüller,
Arvid Harnack, funcionario del Ministerio de Economía; el Coronel Gehrts, de la
Luftwaffe; el escritor Adam Kuchkoff, el catedrático Krauss, Mildred Fish (hebrea) y
otros muchos, todos comunistas.
Durante varios años habían estado transmitiendo a la URSS (esporádicamente)
secretos acerca de la aviación y de movimientos estratégicos de los sectores norte
y sur. Después de un proceso de meses, 70 ejecuciones pusieron fin al personal
de “Capilla Roja”.
Pero ese era sólo un brazo (y no el más importante) de los infiltrados que radiaban
secretos.
Varios miembros de la Gestapo suponían que “Capilla Roja” era la única culpable
de las fugas de secretos que habían ocurrido durante 1941. Eso estaba dentro de
lo posible. En el primer semestre de 1942 no se tenían ya nuevas pruebas de que
los soviéticos siguieran recibiendo secretos. Pero pudiera ser que sí continuaran
recibiéndolos. Heydrich desconfiaba, y más por intuición que por huellas
concretas, pensaba que había una filtración en el Alto mando Alemán.
Concretamente recelaba del almirante Canaris.
A principios de 1942 la Gestapo capturó a un tal Dr. Strassman, sospechoso, y se
averiguó que tenía conexiones con dos empleados del general Oster, o sea el
segundo de Canaris. Heydrich quiso continuar las investigaciones con sumo tacto,
sin tocar por de pronto a Oster para no alertar a los posibles culpables y evitar
que se “sumergieran”.
También con sumo cuidado Heydrich estaba haciendo espiar a Canaris.
¿Desconfiar del almirante, que había realizado una carrera intachable y que había
sido uno de los primeros partidarios de Hitler cuando este llegó al poder?...
Parecía insensato, pero algo le decía a Heydrich que Canaris era falso, que
realizaba un doble juego.
Canaris también hacia espiar a Heydrich. Por el general Nebe – infiltrado en la
GESTAPO – Canaris sabía que Heydrich recelaba de él.
En ese punto las huellas desaparecen (porque muchísimos de los pasos de los
pasos de los conjurados no dejaron huellas), pero alguien pensó en un audaz
golpe para matar a Heydrich, precisamente en esos días. ¿Fue Canaris? ¿Hizo
saber a sus cómplices en el extranjero que estaba en gravísimo peligro y que él no
podía liquidar a Heydrich porque enseñaría las manos?
Eso se ignora. Lo que sí se sabe a ciencia cierta es que el israelita J.E. Sireni,
partidario de la URSS y radicado en Londres, aconsejó al “Inteligente Service”
160