INFILTRACIÓN MUNDIAL - SALVADOR BORREGO E. Infiltración Mundial (Salvador Borrego E.) | Page 14
Naturalmente los conjurados no se apaciguaron. En Moscú se formo una
asamblea constituyente, vino luego el Régimen de transición de kerensky y días
después el bolchevismo quedó dueño de Petrogrado y Moscú.
En esos momentos los comunistas eran aproximadamente 240'000, una minoría
insignificante en relación con los l40 millones de habitantes que tenía Rusia.
No puede decirse que en la "revolución rusa" haya participado el pueblo en masa.
No hubo grandes movimientos populares que abarcaran a todo el país. Cuando
mucho, hubo “inmovilidad popular”, desconcierto, confusión, que el pequeño grupo
no ruso aprovecho para poner en marcha sus planes de dominio.
Como el marxismo no había sido inventado para dar tierras al campesino, ni
tampoco para mejorar la economía popular, ni para conceder libertades, pronto
comenzó a revelar su verdadera índole.
Fue entonces cuando empezó a nacer una contrarrevolución integrada por los
remanentes del anterior sistema de gobierno y por los decepcionados del nuevo
régimen.
El país trataba de salvarse de la trampa en que había caído, pero correrían ríos de
sangre para impedírselo.
IRRESISTIBLE ENGRANAJE DE
UN ARMA PERFECCIONADA.
El fenómeno de la contrarrevolución, de la reacción de un pueblo que descubre
que ha sido engañado y lucha por salvarse, ya había sido previsto. Y no
precisamente por la chusma, ni por las guerrillas urbanas de analfabetos y ex
presidiarios, sino por el grupo de ideólogos no rusos que llevaron el comunismo
hasta los palacios de Petrogrado.
Desde el momento mismo en que los comunistas lograron que el Zar abdicara, en
1917, pusieron en marcha un comité Extraordinario Para la Lucha Contra la
Contrarrevolución y el Sabotaje, conocido abreviadamente como CHEKA. Estaba
previsto que una minoría es capaz de imponerse a una mayoría mediante el
engaño, pero como éste se desvanece al cabo de cierto tiempo, el dominio sólo
puede conservarse mediante el terror, tal era la función escrupulosamente
planeada de la CHEKA.
El jefe de este organismo era Félix E. Dzierzhinski, que en apariencia ostentaba la
nacionalidad polaca, pero que no era polaco ni ruso.
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