En Berlín se quedaron perplejos al ver la información de que disponían los bolcheviques. Los documentos capturados fueron turnados al Servicio de Contraespionaje( encabezado por los infiltrados Canaris y Oster) y a la Gestapo, para que se iniciara una investigación. De momento sólo se tenía el antecedente de que diez días después de iniciada la campaña de Rusia, una radioreceptora alemana de Prusia Occidental, que rastreaba el espacio en busca de difusiones enemigas, interceptó mensajes en clave, al parecer dirigidos a Moscú. Pero no fue posible ni descifrarlos ni precisar su procedencia. Luego la emisión cesó. En realidad, había cambiado de frecuencia.
De cualquier manera, la evidencia de que había una fuga de secretos fue contrarrestada en el ánimo de los jefes alemanes por el hecho de que los soviéticos estaban siendo arrollados en todo el frente. Había razones para sentirse optimista ante las grandes cantidades de prisioneros rusos y de tanques y cañones destruidos. El enemigo perdía numerosas ciudades y extensos territorios agrícolas. La superioridad numérica estaba siendo vencida por el alto poder operativo del ejército alemán.
Estos hechos, por otra parte, tenían alarmado al Movimiento de lnfiltración, que veía derrumbarse todo el frente comunista. Los infiltrados en el estado mayor de Von Bock( comandante del Grupo de Ejércitos del sector central), planeaban secuestrar y matar a Hitler aprovechando la visita que este iba a hacer a ese sector el 4 de agosto.
El general Henning Von Tresckow, jefe del Estado Mayor de Von Bock, ayudado por el teniente coronel Fabián Von Schlabrendorff, por Hansvon Hardenberg y Heinrich Von Lehndorf, esperaron a Hitler en el aeródromo de Borisow, para llevarlo al cuartel general de Von Bock. Pensaban cambiar de rumbo en el camino. Pero Hitler rechazó el vehículo que le ofrecían, abordó un automóvil llevado exprofeso por los SS y llegó sin novedad a su destino.
Entretanto, otro grupo de infiltrados, compuesto por el diplomático Ulrich Von Hassell, por el financiero Popitz, por el general Oster( segundo del almirante Canaris), por el jurista Dohnanyi, por el general Friedrich Olbricht, por el ministro
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