INFILTRACIÓN MUNDIAL - SALVADOR BORREGO E. Infiltración Mundial (Salvador Borrego E.) | Page 121
"Se oyeron los fusiles. Las metralletas lanzaron chorros de proyectiles. La primera
ola atacante se derrumbó, la segunda cayó sobre ella, la tercera retrocedió6"
Poco después embistió otra masa atacante y llevaba columnas de caballería.
"Esto era peor que cuanto los hombres habían aguantado hasta entonces. Se oían
los relinchos de los caballos. Sí, los caballos gritaban sacudidos por el dolor mortal
que sentían. Se revolcaban, batían las patas como locos, sentados sobre sus
cuartos traseros porque tenían fracturada la espina.
"¡Fuego!”... Hay que terminar con eso. Hay que terminar"... La 8va. compañía
ultimaba a los caballos heridos, mientras los cañones antitanque disparaban
contra los T-26. "Su labor era más fácil. Los tanques no chillan. Ni uno solo pasa la
barrera".
A continuación sobrevino otra carga de tanques, en la madrugada. Los tanques
alemanes estaban en guardia, escuchando por la radio. El comandante ordena:
"No se abrirá el fuego hasta que se haya lanzado el proyectil luminoso rojo. Dejen
que el enemigo se acerque”.
Después, fuego concentrado contra los tanques.
"El ruido de motores se oía cada vez más cercano”.
"¿Se habrá dormido el viejo?, se preguntaban los tanquistas-. Cada vez los
tenemos más cerca.
"Los tanques iban adelante, seguían los camiones, cocinas de campaña y carros
de municiones. Los primeros vehículos no estaban más que a cincuenta metros de
la cadena de seguridad. Por fin, la bala luminosa.
"Los tanques formaron una barrera de fuego y humo a la primera andanada6
Empezaron a arder los vehículos, uno tras otro. La columna quedó deshecha. . ,
Los tanques se desviaron y se dirigieron hacia los campos de maíz. Hasta la tarde
duró la lucha por liberar Slonim y anular los esfuerzos rusos de romper el cerco.
De eso hacía tres días. Ocho desde el comienzo de la guerra". (1)
En momentos críticos las unidades alemanas desarmaban a los prisioneros y no
se entretenían en cuidarlos o en llevarlos a la retaguardia, sino que continuaban
adelante, hacia otro punto crítico. Se daba el caso de que los prisioneros, ya
desarmados; no intentaran huir. El teniente Erich Kern refiere que en un punto su
columna fue sorprendida por una unidad soviética que a doscientos metros se
lanzaba al ataque. kern y los suyos tuvieron que replegarse:
"Al mirar hacia atrás vi que toda la columna de prisioneros se arrastraba
apretadamente detrás de mí. Sus rostros continuaban inexpresivos e indiferentes.
Oí los gritos excitantes y propagandísticos de los atacantes. Pero mis prisioneros
121