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Salvador Borrego
Alemania, incluso en el supuesto de un derrocamiento del régimen nazi y la
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creación de un Gobierno anti-Hitler".
Ellos sabían perfectamente a dónde iban y lo hacían con plena conciencia.
Por su capacidad técnica, por su valor, por su inventiva que sabía improvisar
maniobras en medio del combate, el mariscal Rommel había sido nombrado
comandante de las tropas que guarnecían la costa francesa, en previsión de un
desembarque aliado. Actuaría bajo la supervisión del mariscal Von Rundstedt.
Lo que no podían adivinar Hitler, ni nadie en el Alto Mando, era que Rommel
sufría ya una escisión mental. Guderian, Manstein y otros generales habían
rechazado como utópico (aunque en realidad era perverso) el informe de que
eliminando a Hitler se lograría que Roosebelt y Churchill combatieran al lado de
Alemania contra el comunismo. Pero Rommel lo creyó y accedió a colaborar
con el Dr. Goerdeler. Los encubiertos no consideraban a Rommel como uno de
los suyos, ni estaban interesados en llevarlo a un alto puesto. Sólo querían
minarle sus capacidades de lucha y escudarse detrás de su prestigio para la
fase inicial del golpe de Estado.
Es incalculable el grado hasta el cual la capacidad de lucha de Rommel fue
afectada por el estrabismo político que sufrió. Desde luego, en vísperas de la
invasión retenía las divisiones blindadas 2ª y 116ª con vistas al planeado golpe
de Estado. Su atención estaba dividida por mitades: una para atender el frente
de la inminente invasión y la otra para atender el golpe que se preparaba a fin
de quitarle el mando a Hitler. Rommel no era partidario de que se le matara y
este propósito se lo ocultaron los encubiertos.
La situación en el nuevo frente que iba e abrirse era moralmente desfavorable
en los altos escalones del mando, como lo quería el grupo secreto.
El servicio de espionaje alemán (que tiempo antes estuvo a cargo de Canaris)
había sido absorbido par la Gestapo. Y en esa función se conservó como jefe
de sección al coronel Hansen. Este parecía ser hostil a Canaris, pero en
realidad era cómplice suyo, de tal manera que nada se averiguó respecto al
sector donde se iniciaría la invasión aliada.
Hitler insistía en que la invasión ocurriría al sur de la desembocadura del río
Sena, en Normandía. Von Rundstedt y otr os estrategos creían que la invasión
sería al norte del río, por lo cual las principales fuerzas se habían situado en la
zona del Paso de Calais, en la parte más angosta del Canal de la Mancha.
Rommel coincidía con la sospecha de Hitler, pero se hallaba distraído con los
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La Oposición Bajo Hitler.- Fabián von Schlabrendorff.
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