INFILTRACIÓN MUNDIAL PDF - NUEVA EDICIÓN MEJORADA Infiltración Mundial PDF actualizado | Page 262

Salvador Borrego Esto, unido a una ofensiva soviética en el sector central, creó la situación propicia para que la antigua célula de infiltrados en dicho sector desencadenaran un bien premeditado sabotaje. El Grupo de Ejércitos en ese frente se hallaba al mando del mariscal Von Kluge, cuyo jefe de Estado Mayor era el general Henning von Tresckow. Junto con éste operaban el teniente coronel Fabián von Schlabrendorff y otros cómplices. Muchos de sus actos no dejaron huella. Pero se sabe, por ejemplo, que el general Tresckow valoraba mañosamente los informes de diversas unidades a fin de ordenar "enderezamientos del frente". Estaba prohibida la retirada, pero se permitían "enderezamientos" hasta de diez kilómetros de profundidad en algunos sectores. De esto se valía Tresckow para ordenar frecuentes repliegues locales. Von Schlabrendorff dice que las tropas lanzaban maldiciones Porque frecuentemente tenían que abandonar trincheras, replegarse varios kilómetros y cavar otras. Eran órdenes del general Tresckow, que en esa forma extenuaba a la infantería. Desorientar, desmoralizar, era la tarea de los encubiertos cuando no podían hacer algo más radical. Todas las células secretas se "lamentaban" -ante los jefes militares leales- que Hitler y Speer "no podrían" aumentar la producción de armas (pese a que sí lo estaban logrando hasta en un 50%). Y también se "lamentaban" de otras muchas desgracias verdaderas, exageradas o inexistentes. El caso era desmoralizar. Por todos lados propalaban la idea de que era necesario retroceder. Derrochaban sutileza y maña para presentar una idea negativa bajo el ropaje de una pena personal o de una patriótica preocupación por la suerte del país. Hitler llegó a percibir ciertas telarañas, atribuibles a falta de resistencia moral, y aumentó su ingerencia en todos los asuntos del frente. No sólo supervisaba situaciones de Grupos de Ejércitos y de ejércitos, sino también de cuerpos de ejército, de divisiones y a veces hasta de regimientos. Estaba sobrecargándose con detalles. Hitler quería así infundir ánimo en todas las unidades, y lo lograba frecuentemente, pero desde luego no conseguía anular la influencia de la trama secreta. Por otra parte, y coincidiendo con la operación Ciudadela, agentes de la Gestapo lograron localizar en Lausana, Suiza, a varios agentes comunistas del grupo principal de Alexandre Rado, que estaba íntimamente conectado con las estaciones secretas desde las cuales se enviaban informes a Moscú acerca de las operaciones militares alemanas. La Gestapo logró detectar a una agente soviética, Margareta Bolli, a través de ella descubrió al jefe Álexandre Rado, en Ginebra. 262