INFILTRACIÓN MUNDIAL
El terror en pequeñas dosis exacerba al pueblo; en dosis masiva lo acobarda y doblega. La GHEKA actuaba con un profundo conocimiento psicológico de las masas y con una determinación glacial. Sus creadores y jefes nada tenían en común con la sencillez del pueblo ruso. Fue significativo, por ejemplo, que durante el choque soviético polaco, el " polaco " Víctor Stevskevich cayó prisionero de la URSS, pero no fue ni encarcelado ni fusilado. En el acto el jefe de la CHEKA, Dzierzhinski, le dio un alto cargo en el Departamento de Contraespionaje de la propia CHEKA. Al frente de este Departamento se hallaba otro no-ruso, o sea Renucci, nacido en Génova, Italia, y llegado a Rusia precisamente días antes de que triunfara la revolución bolchevique. Ahí adoptó el apellido de Artuzonov y recibió inmediatamente un puesto clave.
Todos esos jefes no-rusos descargaron golpes de terror masivo, abrumante, " técnico ", que en los seis primeros años liquidaron a 54,000 oficiales del ejército tradicional, a 260,000 soldados a 70,000 policías, a 1,219 sacerdotes, 29 obispos, 15,000 profesionistas, 12,000 propietarios, 193,290 obreros y 815,000 campesinos.
Contrala CHEKA, la GPU, la NKVD, etc., no cabe ningún recurso legal. Prácticamente desaparece el sistema de abogados, tribunales y procedimientos judiciales que el mundo occidental practica desde el Imperio Romano. Los comunistas llaman " ramera metafísica " a la ciencia del Derecho y en su lugar erigen dependencias que pueden condenar y ejecutar en unos cuantos minutos, dirigidas por personal adiestrado en comunismo y en fácticas represivas.
El terror es elevado a la categoría de Arte y de ciencia, clasificado en tres grandes ramas: lo Fisiológico, a base de torturas de hambre, de sed y de impedimentos para el sueño. 2o. Terror: físico, a base de golpes, agujas bajo las uñas, convivencia con serpientes y otras mil torturas más. 3o.-El terror psicológico, consistente en detener a la esposa y a los hijos y hacer que éstos sufran y pidan al acusado que diga todo lo que sepa.
Cualquier resistencia tiene un límite y la que no se quiebra bajo un tipo de tortura se desploma bajo otro. Al final, el público puede ver veintenas y aun centenas de acusados que se confiesan culpables y que piden para sí mismos el castigo, cual si fueran sonámbulos, robots a los que previamente se hubiera destrozado el alma.
Talleres, minas, oficinas, vehículos de transporte, centros de reunión, son objeto de espionaje. Y a los miles de agentes adiestrados en esa labor se añaden cientos de miles de ciudadanos forzados a la delación. Si en un edificio se descubre a un contrarrevolucionario u opositor, serán también culpables sus vecinos. Y de esa manera todos se espían mutuamente, temerosos de tener que pagar la culpa ajena.
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