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INFILTRACIÓN MUNDIAL
La tarde del 31 de enero (70 días después de consumado el sitio) Von Paulus
capituló. Acababa de ser ascendido a mariscal. Estaba moralmente deshecho,
tumbado en un camastro. Su jefe de Estado Mayor, general Schmidt, era el que
atendía todos los asuntos.
La lucha cesó esa noche en el sur de Stalingrado, pero en la parte norte los
restos de dos divisiones de tanquistas (ya sin proyectiles para sus cañones) y
de cuatro divisiones de infantería, continuaron luchando el primero de febrero
con fusiles, al mando del general Strecker.
Hitler les mandó un mensaje que decía: “cada día, cada hora de vuestro
combate contribuye a facilitar la creación de un nuevo frente.”
Al día siguiente (2 de febrero) esas tropas radiaron el siguiente mensaje:
“Hemos combatido hasta el último cartucho contra un enemigo de una
aplastante superioridad. ¡Viva Alemania!”
De un ejército de 280.000 hombres en el momento de quedar cercado, cayeron
91.000 prisioneros encabezados por un mariscal y 25 generales.
Supuesto que los vehículos los usaban los ejércitos soviéticos para iniciar su
tan retrasado avance hacía Ucrania, los prisioneros alemanes fueron formados
en columnas y llevados a pie a través de la nieve.
Sus captores les gritaban “fascistas”, en ocasiones les escupían la cara y a
veces los golpeaban con el fusil. Para miles de prisioneros exhaustos aquello
era demasiado y se iban quedando atrás o se desplomaban en la nieve.
Entonces recibía un tiro en la cabeza. En el cautiverio se inicia otro infierno,
quizás peor que el de Stalingrado, porque ya no se podía luchar. Sólo sufrir.
De aquellos 91.000 prisioneros, antes de cinco meses ya habían muerto
cuarenta mil. El resto se fue extinguiendo en los tres años siguientes y sólo se
salvaron seis mil.
La infiltración había ayudado a la URSS a ganar una gran batalla.
El Alto mando Alemán anunció que el sacrificio no era en vano porque había
mantenido inmóviles a seis ejércitos enemigos: “Murieron para que Alemania
viva. Su ejemplo perdurará hasta los tiempos más lejanos, a pesar de toda la
falsa propaganda bolchevique. Pero las divisiones del 6º ejército están ya
naciendo de nuevo.”
El Ministro Goebbels agregó: “¡Que obligación nos lega esa actitud a todos
nosotros! Stalingrado fue y es el gran grito de alarma del destino”…
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