Imago Agenda 207, otoño 2020 Agenda 207 | Page 3
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Imago Agenda N° 207 Escribe
Otoño 2020
Segunda época. Año XXXIX. Sergio Zabalza
Periódico gratuito orientado a la difusión
y el desarrollo del psicoanálisis.
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mos inmersos, si es cierto –tal como
refiere Lacan– que “lo colectivo no es
nada sino el sujeto de lo individual”.*
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L
a irrupción del Covid-19 ha trasto-
cado la vida de miles de millones de
personas en el mundo. No en vano,
hay quienes dicen que tras esta traumá-
tica experiencia quizás precipite algo así
como un saldo de saber aquilatado en
una valorización de lo común: esa di-
mensión que nos iguala a par-
tir de nuestra esencial vul-
nerabilidad. Esta peste
no distingue clases so-
ciales, de hecho la Co-
rona ha sentado sus
reales en zonas ri-
cas de países del pri-
mer mundo, como la
Lombardía italiana
o la mismísima Nue-
va York, hoy en peli-
gro de seguir los mis-
mos pasos que ciu-
dades como Milán,
Turín o Madrid.
Si es cierto que
el trauma cons-
tituye al sujeto,
quizás esta pan-
demia arroje al-
guna nueva con-
ciencia planetaria, un
toque de lucidez en me-
dio de tanta mezquindad,
crueldad y tontería. Cada
época tiene sus fantas-
mas, la peste globali-
zada ya figuraba entre
las distopías de nuestros
días desde hace rato. Ocurre que,
como bien sabemos, nada más traumáti-
co y propiciatorio que la realización del
fantasma: para bien o para mal, a partir
de allí nada sigue igual. De hecho el acto
analítico pone en juego la escena del in-
consciente de forma tal que el sujeto, no
sin angustia por cierto, se encuentre en
condiciones de advertir el embrollo en el
que está metido. Indagar las característi-
cas de la angustia que hoy aqueja al su-
jeto quizás nos conduzca a entrever al-
gunos rasgos del embrollo en que esta-
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El terrorismo del “ Y si…?” Pro-
pongo considerar que hoy el tiempo
subjetivo traduce un apremio cuya
enunciación -tan exigente como deman-
dante- se manifiesta en un: “¿Y si…?”.
Esa suerte de formato inquisidor don-
de los puntos suspensivos
bien pueden albergar cues-
tiones concretas y sensa-
tas como así también esos
disparates que algunos au-
dios malintencionados in-
centivan para ha-
cer creer que, por
ejemplo, acecha
el desabasteci-
miento. De esta
forma preguntas
tales como: “¿Y si el
tipo que estornudó a
mi lado en el súper te-
nía el virus?”; “¿Y si toqué esa
manija por donde pasan todos?”;
“¿Y si me llegase a enfermar?” refie-
ren alternativas para las cuales no hay
respuestas operativas y cuyo empuje
está al servicio de una deriva incon-
ducente que lleva al desánimo, la in-
acción o en el peor de los casos, al
pánico. Hay una muy sutil y del-
gada línea entre la necesaria pre-
vención y el terrorismo del “¿Y
si…?”: en tanto demanda insen-
sata, adictiva y contagiosa cuya
extorsión radica en la ilusión
de alcanzar el Todo, por cierto
un virus muy anterior al Coro-
na. Desde mi perspectiva es allí
donde toda intervención analíti-
ca en cuarentena –sea por Skype,
video llamada o teléfono– debe hacer va-
ler el riesgo que supone acceder al acto.
La pandemia puede ser una oportunidad
para ceder, soltar, dejar caer algo en pos
de privilegiar el deseo, rubicón subjeti-
vo que no se atraviesa sin la presencia
del límite que la contingencia impone.
Pero ¿acaso el mundo entero –el sujeto
de lo individual– no experimenta la mis-
ma encrucijada? Es decir: la pandemia
como oportunidad para ceder algo de la
codicia; la ilusión de seguridad perma-
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