Retos del liderazgo femenino
clase y género en Cuba y el mundo
Yaremis Flores
Abogada y periodista
La Habana, Cuba
L
a proyección futura de cada mujer debiera
ser convertirse en triunfadora. Para ello
necesitan, además de procrear, crear y trabajar. No solo por el sustento económico, sino
también para su realización personal.
Según la Oficina Nacional de Estadísticas e Información (ONEI), el 62,7 % (2011) de las personas
graduadas de enseñanza superior fueron mujeres.
Es indudable la capacidad del sexo femenino; sin
embargo, representan solo el 37,4 % de la población ocupada en la economía.
Por lógica se puede concluir que si son mayoría
en superación de la enseñanza superior, las mujeres debieran serlo también en los cargos de mayor
responsabilidad y mejor remuneración durante su
vida laboral. Pero no sucede así. Acorde a la
ONEI, solo el 34,3 % de las mujeres ocupadas son
dirigentes.
¿Cuáles son los factores que impiden a la mujer
el justo acceso a cargos directivos? ¿Les ofrecen
puestos y los rechazan? Si esto ocurre, ¿por qué?
Con doble jornada de trabajo (en el centro de trabajo y en el hogar), no todas logran destacarse por
su inteligencia.
"Nosotras somos las que tenemos que esforzarnos
más. Vivo con mi hija adolescente y mi esposo.
Él me ayuda en tareas simples del hogar. Yo
tengo que dejar la cena lista en la mañana para
poder cumplir con mis 8 horas de trabajo", me
cuenta Iris, quien trabaja en una tienda de recaudación de divisas.
Los modelos de convivencia con estilo patriarcal
persisten. En la mayoría de los casos, la mujer es
la máxima responsable en las tareas domésticas y
la crianza de los hijos. Aun cuando una mujer es
líder en su centro laboral, puede que no lo sea en
su hogar.
Aún persiste el paradigma del hombre di ɥ