Identidades Número 1, Febrero 2014 | Page 31

Retos del liderazgo femenino clase y género en Cuba y el mundo Yaremis Flores Abogada y periodista La Habana, Cuba L a proyección futura de cada mujer debiera ser convertirse en triunfadora. Para ello necesitan, además de procrear, crear y trabajar. No solo por el sustento económico, sino también para su realización personal. Según la Oficina Nacional de Estadísticas e Información (ONEI), el 62,7 % (2011) de las personas graduadas de enseñanza superior fueron mujeres. Es indudable la capacidad del sexo femenino; sin embargo, representan solo el 37,4 % de la población ocupada en la economía. Por lógica se puede concluir que si son mayoría en superación de la enseñanza superior, las mujeres debieran serlo también en los cargos de mayor responsabilidad y mejor remuneración durante su vida laboral. Pero no sucede así. Acorde a la ONEI, solo el 34,3 % de las mujeres ocupadas son dirigentes. ¿Cuáles son los factores que impiden a la mujer el justo acceso a cargos directivos? ¿Les ofrecen puestos y los rechazan? Si esto ocurre, ¿por qué? Con doble jornada de trabajo (en el centro de trabajo y en el hogar), no todas logran destacarse por su inteligencia. "Nosotras somos las que tenemos que esforzarnos más. Vivo con mi hija adolescente y mi esposo. Él me ayuda en tareas simples del hogar. Yo tengo que dejar la cena lista en la mañana para poder cumplir con mis 8 horas de trabajo", me cuenta Iris, quien trabaja en una tienda de recaudación de divisas. Los modelos de convivencia con estilo patriarcal persisten. En la mayoría de los casos, la mujer es la máxima responsable en las tareas domésticas y la crianza de los hijos. Aun cuando una mujer es líder en su centro laboral, puede que no lo sea en su hogar. Aún persiste el paradigma del hombre di ɥ