La nación se mueve por entre esa vida miserable,
que ha visto desatarse la fiebre de exilio que nos
identifica como un pueblo nómada y de inmigrantes. Antes no era así, pues hacia Cuba se emigraba
constantemente desde disímiles rincones del
mundo. La realidad actual no es representativa de
nuestra historia.
Esta inconsecuencia estructural y las crecientes
desigualdades, junto con la ausencia de libertades
y garantías cívicas, golpean con mayor saña a la
población afrodescendiente, víctima de la histórica desventaja que el discurso emancipatorio e
igualitarista no ha resuelto nunca. La creciente
pobreza, miseria, desamparo, marginalidad se
agudizan con el color de la piel.
Cuba necesita oídos dispuestos a escuchar y mentalidades abiertas para buscar prontas y seguras
soluciones conectadas con la dignidad e integridad de los ciudadanos. El problema racial y los
retos de la integración deben ser estudiados con
toda profundidad y, sobre todo sensibilidad, pues
la ignorancia estatal hacia estos sectores ha sido
total y ahora intenta apagar por la fuerza, como
tantas veces ha hecho, la inquietud de los que exigimos espacios seguros para el pensamiento y la
acción social sin condicionamientos de credos, filiación política, color de la piel y demás características que definan un grupo humano deseoso de
disfrutar sus derechos dentro de la nación que los
vio nacer y que nos corresponde a todos. Cuba necesita libertades reales, debate abierto y transparente de los problemas que hieren profundo nuestra sociedad y no encuentran reflejo objetivo en el
ya aburrido y vacío discurso oficial.
La ausencia de sensibilidad y de voluntad positiva
de las autoridades para enfrentar los peligros de
caos y fractura que nos amenazan, exige de nuestros esfuerzos, pero también la concientización de
la comunidad internacional para redoblar su compromiso con el futuro democrático de Cuba. Es
necesario identificar y respaldar los sectores y
proyectos de la sociedad civil emergente que puedan contribuir a la reconstrucción de los valores y
estructuras de una nación que, por más de un siglo, lucha y clama por justicia y prosperidad compartida, que tantas veces se nos ha prometido y
tantas veces se nos ha negado.
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