Identidades Numero 2, Mayo 2014 | Page 25

La nación se mueve por entre esa vida miserable, que ha visto desatarse la fiebre de exilio que nos identifica como un pueblo nómada y de inmigrantes. Antes no era así, pues hacia Cuba se emigraba constantemente desde disímiles rincones del mundo. La realidad actual no es representativa de nuestra historia. Esta inconsecuencia estructural y las crecientes desigualdades, junto con la ausencia de libertades y garantías cívicas, golpean con mayor saña a la población afrodescendiente, víctima de la histórica desventaja que el discurso emancipatorio e igualitarista no ha resuelto nunca. La creciente pobreza, miseria, desamparo, marginalidad se agudizan con el color de la piel. Cuba necesita oídos dispuestos a escuchar y mentalidades abiertas para buscar prontas y seguras soluciones conectadas con la dignidad e integridad de los ciudadanos. El problema racial y los retos de la integración deben ser estudiados con toda profundidad y, sobre todo sensibilidad, pues la ignorancia estatal hacia estos sectores ha sido total y ahora intenta apagar por la fuerza, como tantas veces ha hecho, la inquietud de los que exigimos espacios seguros para el pensamiento y la acción social sin condicionamientos de credos, filiación política, color de la piel y demás características que definan un grupo humano deseoso de disfrutar sus derechos dentro de la nación que los vio nacer y que nos corresponde a todos. Cuba necesita libertades reales, debate abierto y transparente de los problemas que hieren profundo nuestra sociedad y no encuentran reflejo objetivo en el ya aburrido y vacío discurso oficial. La ausencia de sensibilidad y de voluntad positiva de las autoridades para enfrentar los peligros de caos y fractura que nos amenazan, exige de nuestros esfuerzos, pero también la concientización de la comunidad internacional para redoblar su compromiso con el futuro democrático de Cuba. Es necesario identificar y respaldar los sectores y proyectos de la sociedad civil emergente que puedan contribuir a la reconstrucción de los valores y estructuras de una nación que, por más de un siglo, lucha y clama por justicia y prosperidad compartida, que tantas veces se nos ha prometido y tantas veces se nos ha negado. 25