La juventud es una etapa trascendental de alternativas y definiciones profesionales, sociales y personales, por lo cual la ausencia de expectativas y
oportunidades de realización afecta de manera
frustrante tanto a los individuos como a la sociedad que recibe ciudadanos desorientados y desalentados para enfrentar los retos de su época.
En los últimos años, el evidente fracaso del modelo afecta sobremanera la vida y las expectativas
de los jóvenes cubanos, las muy pocas posibilidades de realización profesional, el altísimo costo
de la vida que reduce considerablemente los espacios de esparcimiento y la capacidad para construir proyectos de vida se une a la reducción de
las posibilidades de desarrollo académico.
A la debacle económica, el régimen responde disminuyendo las capacidades universitarias con lo
cual compromete seriamente el futuro científico e
intelectual del país. En principio la universidad
era para todos, después fue solo para los revolucionarios y ahora es para casi nadie.
Les aseguro que es muy duro ser joven hoy en
Cuba cuando las ilusiones y la confianza en una
revolución traicionada se han derrumbado, el presente es traumático y el futuro muy incierto.
En este cuadro de trauma y desolación, la peor
parte la llevamos los jóvenes afrodescendientes.
Cargamos el lastre de nuestra histórica desventaja
socioeconómica. Nuestros padres tienen menos
recursos para pagar los tan necesarios maestros
particulares, para solventar nuestra costosa permanencia en la gratuita universidad y una vez preparados, el racismo prevaleciente cierra en nuestras narices las puertas de los empleos mejor remunerados.
Tanto tiempo excluidos y marginados, tantos
años de fractura y atrofia socio estructural ha empujado a los jóvenes afrodescendientes a un
abismo de frustración y desesperanza que nos
hace pensar que suceda lo que suceda en Cuba
siempre llevaremos la peor parte. Lamentablemente hoy siguen siendo jóvenes y afrodescendientes la mayoría de la población penal en Cuba.
A esto se agrega que en las academias de policía,
a los nuevos agentes —en su inmensa mayoría
también jóvenes y negros— les enseñan que nosotros somos los delincuentes, siempre sujetos a
ser reprimidos.
Cuba necesita una enorme cruzada para recuperar
la autoestima cívica, instaurar la cultura de derechos y sobre todo la identidad y el orgullo de los
afrodescendientes. Así podrá cambiarse la dimensión de nuestras interrelaciones sociales y los jóvenes cubanos desempeñarían el rol que por naturaleza les corresponde en la reconstrucción nacional.
La notable participación de jóvenes en varios proyectos opositores constituye estímulo y esperanza
para nuestra Cuba que sufre. En la medida en que
los jóvenes cubanos se conviertan en protagonistas de su propio destino y de ese renacimiento cívico y moral estaremos más cerca de la salvación
Los jóvenes cubanos deben asumir el trauma de
no tener presente y estar dispuestos a luchar por
su futuro. Sólo apoyados en esa firmeza de valores y en ese compromiso propio podrán decirle en
voz cada vez más alta a los "revolucionarios" pretendidamente históricos que se empeñan en terminar de destruir nuestra nación: Ustedes tienen
todo el poder, pero nosotros tenemos todo el
tiempo.
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