Identidades Numero 2, Mayo 2014 | Page 14

mente terrible en términos de racialidad. Segmentos enteros de afrodescendientes en los núcleos fundamentales de población, marginados en torno a zonas industriales o de servicios corporativos, en cuyo interior la elite cubana asociada al capital extranjero circulará endogámicamente recursos, poder, símbolos de estatus, entretenimiento y estética. Frente a esta avalancha del pasado, cínicamente revisitado, el poder necesita neutralizar la crítica antirracista que podría crecer en proporción simétrica al crecimiento del capitalismo de Estado. La ecuación es simple: a más capitalismo de Estado más racismo estructural. 14 Para que la crítica social se reduzca a una crítica heroica, difícil de articular, costosa en sus consecuencias y de alcance reducido, el régimen utilizará la ley penal retomando su origen histórico en Cuba: un ordenamiento jurídico con fuerza legal proyectado como protección frente a la sociedad, pero real y culturalmente concebido como castigo a las transgresiones del otro racial. Esa es la historia penal de Cuba. Una codificación de la ley como castigo contra los afrodescendientes. Hoy y ahora extendida al pensamiento de esos otros irreductibles.